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Estepona

“La percusión es como el latir del corazón, una energía verdadera”

Esta semana entrevistamos al artista Jesús Medina, quien recientemente actuó en el ciclo "Corominas con música".

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Cuando empezó a hablar, ya balbuceaba eso de “Oh Mamy blue” -o, al menos, eso le dice su madre-. La pasión por la música ha marcado su vida. Y aunque ahora muchos conozcamos a Jesús Medina por sus ritmos brasileños, de pequeño cantó hasta rancheras. Empezó, como muchos, guitarra en mano a los 14 años. Desde entonces, ha crecido como artista viajando por el mundo y aprendiendo de otros músicos.  

—Actuó este sábado en Corominas, no es la primera vez que pisa ese escenario, ¿qué tiene de especial?
—Corominas es especial por su ambiente, su acústica y su significado. Tienes la atención del público constantemente en medio de un silencio casi imposible de encontrar en otro sitio. Un lujo y un desafío. Esta vez estaré con dos amigos: Andrés Gallego al bajo y coros,  un músico residente desde hace años en Estepona con un potencial enorme y  batería de la Rock House Blues Band, y Karsten Gohde que tocará saxofón, flauta travesera y clarinete. También es compositor, arreglista, toca guitarra y bajo y es profesor de saxofón en la escuela superior de música de Hannover. Todo un lujo.  Yo tocaré la guitarra y cantaré. El repertorio será al 90% brasileño.
—¿Por qué esos ritmos? ¿Qué es lo que les atrae de ellos?
—Tras mi primer viaje a Cuba hace casi 20 años me enamoré de su música tradicional. Es muy bella y muy compleja también. Y en Alemania fue donde comencé a descubrir el universo musical brasileño. Además Brasil tiene una música exquisita para la guitarra, con unas armonías y unos colores preciosos. También me gusta el jazz, el flamenco,  el blues y músicas del mundo, pero Cuba y Brasil me colman.
—Algunos le conocemos por las batukadas de Explorarte, ¿por qué la percusión?
—Canté  y toqué en una batucada durante años en Alemania y descubrí la magia de estar con 10, 30 o 100 percusionistas tocando a la vez. Es indescriptible. La percusión es un universo maravilloso.  Lo primero que acompañó a la voz fue la percusión y ha sido y es parte fundamental en muchas  culturas, creencias y rituales. Quizás por eso transmite una energía tan verdadera, tan primitiva, tan profunda. Es como el latir del corazón.  Por otro lado, hay una variedad impresionante de instrumentos de percusión por todo el mundo y cada uno de ellos tiene su técnica, su sonido, su función y sus patrones originales.
—Y también imparte clases... ¿Cómo las concibe y a qué público van dirigidas?
—La intención es desarrollar coordinación, concentración y memoria rítmica, además de pasarlo bien y disfrutar. Si hay interés, cualquier persona puede disfrutar de la sensación de tocar. He tenido desde niños de 6 años hasta personas de 60 y muchos, tanto en clases particulares como en grupo. También he hecho talleres de fin de semana para campamentos de colegios e institutos, grupos de personas que nunca han tocado y se regalan un curso a su medida,  empresas que quieren fomentar la buena relación entre sus empleados y organizan la actividad, fiestas privadas en las cuales la gente puede tocar junto a una pequeña batucada. También inicié hace unos 3 años, como voluntario, una actividad de percusión semanal para usuarios de Aspandem en San Pedro Alcántara que fue muy bonita. A raíz de esa iniciativa, Aspandem  organizó un curso de musicoterapia para que los empleados la aplicaran.
—Por si fuera poco, también tiene un grupo, Pura Beleza...
—El grupo con el que llevaba casi dos años tocando con músicos de Algeciras se fue diluyendo. Empecé en febrero-marzo con Agustín Milton, gran batería, que tenía interés por adentrarse en los ritmos latinos. Un día hablando con Andrés Gallego me comentó que de joven tocaba el bajo y le interesaría retomar el instrumento.  Empezamos a ensayar y esos dos rockeros terminaron tocando bossa nova y samba. Pura Beleza es una expresión que usan en Brasil para algo que es lindo o para significar que uno está bien. Es un proyecto más pensado para espacios abiertos, chiringuitos, para que la gente baile y se deje mecer por la dulzura de Brasil, caipirinha en mano. La verdad es que el verano se ha dado muy bien para llevar tan poco tiempo. 
—Como artista, ¿cómo ve el panorama cultural en Estepona?
—Estancado en el sota, caballo y rey.  Pienso que sobre todo a los niños y a la gente joven se les deberían de dar todas las facilidades para tener acceso a actividades tanto culturales como deportivas. Es la mejor inversión que podríamos hacer. El potencial está en cualquiera, solo hay que darle la posibilidad de descubrirlo.  Un ejemplo: llegué hace unos meses de Brasil de visitar a un amigo que es profesor de percusión en el conservatorio de su ciudad. Éste es gratuito para cualquier persona que quiera aprender música. Allí reciben sus clases en unas aulas acondicionadas, les dan sus instrumentos  y aprenden desde jazz, a samba, pop, etc … Los profesores son músicos de la ciudad.  Aquí parece ser que la cultura se decanta más por las esculturas y los museos. No digo que esté mal, pero para mí habría otras prioridades.   
—Nos quejamos de que no existe oferta cultural pero, a veces, las actividades no siempre tienen la acogida que se espera...
—Pues que a la gente no le interesa lo que organizan. Mientras los conciertos en la plaza de toros  de Bisbal y la Pantoja se cancelaban, un ‘pirao’ con una rasta por barba llenaba la plazoleta Ortiz con muy pocos medios en la inauguración de “Tolone”  Menos es más.  
—Estepona tiene madera de artistas, hay muchos grupos de música, ¿tienen suficientes oportunidades para tocar, y darse a conocer? 
—En absoluto, y eso mata la energía y la ilusión de la gente.  Las trabas que se encuentran los dueños de locales que quieren ofrecer música en vivo son muchas.  Entiendo que no todos los bares reúnen  las condiciones para celebrar un concierto de rock, pero un dúo guitarra-voz , por ejemplo, debería poder tocar en cualquier sitio dentro de un horario, volumen, etc…
Es como lo de la ordenanza que aprobaron para controlar y prácticamente erradicar el arte callejero en verano. En Estepona para hacer la estatua en el paseo marítimo, mimo, teatro o guiñol, necesitas enviar un currículum, pasar un proceso de selección, tener referencias, cotizar a la Seguridad Social, pagar para recibir un permiso y estar expuesto a una sanción, como los vendedores ambulantes.  Y encima argumentan que la finalidad es atraer clientes que consuman en los locales cercanos.  El resto les da igual, así nos va. Yo me imagino el paseo marítimo lleno de pequeños escenarios, donde  artistas locales puedan mostrar su trabajo. Algo así atraería a mucho más público, e inspiraría a comenzar a participar en actividades culturales.
—¿Cuál es su meta dentro del mundo de la música?
—Disfrutar con lo que hago y aprender cada día algo nuevo. Poner el granito de arena más grande que pueda para conseguir una sociedad mejor, ya sea tocando o enseñando.  Creo que la música es una excelente medicina para el alma y puede ser de gran ayuda para el desarrollo personal de niños y jóvenes. Me encantaría tener algún proyecto en colegios o institutos.

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