La relación de palos flamencos, desde la soleá a las alegrías, sirve para marcar el compás de la felicidad gracias a una asignatura de inteligencia emocional para mayores de 50 años, una propuesta que aprovecha los acentos del cante jondo para brindar herramientas con las que manejar las emociones.
Es una clase pero podría parecer un tablao flamenco, una propuesta en la que el trabajo social, la psicología, la música y el arte se arrancan para presentar un espectáculo con mucho aje.
Alrededor de 250 alumnos, algunos 'repetidores', han convertido la asignatura 'Inteligencia emocional para la vida' del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada (UGR) en la más demandada, incluso por encima de esa que descubre los secretos de la Alhambra.
"Ofrecemos herramientas para ser más felices manejando las emociones". Así resume el contenido de la asignatura el profesor y psicólogo José Luis Cabezas, director de Acción Solidaria e Intergeneracional de la UGR y coordinador de esta propuesta pedagógica.
Cabezas explica que la asignatura, destinada a mayores de 50 años con inquietud y ganas de aprender, presenta la vida como una especie de plato combinado lleno de "cosas" y enseña a identificar cada ingrediente para trabajar la autoestima, las habilidades sociales o la motivación con sesiones dispares.
Y en ese objetivo no está solo, ya que al toque le acompañan artistas como el roquero Pepe Olmedo o el cantaor Iván Centenillo, Saeta de Oro en 2022 y reciente pregonero del Día de la Cruz de Granada, que ha convertido a los alumnos en el mejor cuadro flamenco para zapatearle a la vida.
"Centenillo se encarga de presentar los palos flamencos por su vinculación con las emociones y sirve para analizarlas, reconocerlas y presentar herramientas que nos ayuden a saber qué hacer con eso que sentimos", explica a EFE Cabezas, que recalca que los ejercicios de ritmo sirven para salir de una moción y activar un plan.
El cantaor ha protagonizado el jaleo de la clase de esta semana con una propuesta teórica y práctica en la que ha fusionado su carrera artísticas con su experiencia como trabajador social con mayores.
"Uso el flamenco y la copla porque les ayuda a conectar con sus emociones", detalla el cantaor, que arranca su 'espectáculo' con una charla para que un alumnado reconvertido en público conozca la diferencia entre cada uno de los palos flamencos y los vincule a recuerdos, a sus cosas.
Porque no es lo mismo que la vida te dé alegrías o seguiriyas, fandangos o soleás, Centenillo ofrece un análisis de cada forma de hacer flamenco y expone uno y otro compás, los palos ligados al amor, la pena, la alegría o esos oficios duros que lo eran un poco menos con quejíos y versos.
El cantaor, creador además de la 'saeta inclusiva', aprovecha lo aprendido en sus dos oficios para ofrecer una clase de felicidad a través de esta asignatura de acción intergeneracional que impulsa el envejecimiento activo y la gestión del día a día.
Centenillo, que dedicó el trabajo fin de grado que le dirigió Cabezas a analizar el impacto del flamenco en el envejecimiento activo, defiende que la música guarda ese duende flamenco que ayuda a conectar con las emociones incluso cuando enfermedades o demencias lo emborronan todo.
Aunque llegarán ahora otras sesiones para trabajar esa inteligencia emocional, como una centrada en la sexología para aprender a querer y quererse a todas las edades, el espectáculo de la semana ha sido pura felicidad. Y olé.
Granada
Flamenco, una asignatura para marcar el compás de la felicidad
La relación de palos flamencos, desde la soleá a las alegrías, sirve para marcar el compás de la felicidad gracias a una asignatura de inteligencia emocional
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