El gobierno de Extremadura dice que no, que el campeonato sigue adelante a pesar del enfado de sus habitantes. Esto no cuenta, como tampoco cuentan las más de tres mil firmas recogidas en la campaña puesta en marcha en Internet. La culpa la tiene un campeonato de pádel que reunirá a los mejores de mundo en este deporte y que se celebrará en mayo en el Anfiteatro Romano de Mérida. Dejando a un lado los euros que mueve un acontecimiento así –esto ni se menciona, por Dios-y dejando al otro la opinión –porque para qué- echemos mano de la sensatez y pensemos si realmente esta competición tiene que desarrollarse especialmente en este lugar donde hace unos años se le negó un concierto a Paco de Lucía. A lo mejor pensaron que iba a liarse a guitarrazos contra las gradas. Qué perjuicio podían causar las notas, los acordes, la caja. La megafonía resulta escandalosa en un concierto de rock pero en uno de guitarra española se aprecia la unión artística y única del duende y la melodía y cuando esto ocurre sólo existe magia y música.
Mérida se quedó entonces sin Paco, sin notas que volaran por la noche meridense, en cambio no se van a librar de las paletadas entrecortadas y contundentes que mandarán a las pelotas contra los paneles. El gobierno extremeño ha dicho que por encima de todo está la conservación del Patrimonio histórico, que no hay ningún peligro, por eso asegura que los vehículos pesados, la maquinaria pesada queda prohibida. Aquí hacemos una pausa para poner en orden el revoltijo de ideas que han salido disparadas.
Ha sido como una palmada que las ha espantado. A ver, una pista de pádel necesita una infraestructura concreta y precisa, más complicada que una de tenis, por ejemplo. Partiendo de esto, cómo van a transportar los paneles, esos transparentes que soportan y devuelven los pelotazos, paneles que deben ir fijados al suelo, con lo cual se dañará bastante. Será necesario ampliar el número de gradas para el público, que también habrán de fijarse, lo cual perjudicará aún más la superficie. Y al menos una grúa será imprescindible. El suelo entonces temblará y se resquebrajará horrorizado. Es su particular forma de expresarse si pudiera, porque el Anfiteatro Romano es un monumento, según las fuentes, de frágil y precaria conservación. Poco importa, al parecer, este dato ya que el proyecto, el campeonato es una realidad con fecha cerrada para disgusto de los extremeños y las más de tres mil firmas que lo ratifican.
Que no hay peligro –dice el alcalde-, que se ha dado el visto bueno porque no hay peligro, es más –añade la vicepresidente- de esta forma se le dará mayor proyección al espacio. Pero vamos a ver, qué proyección necesita, si Mérida es visitada por turistas de todos los rincones de la tierra. Hábilmente recurren al espaldarazo en cuanto a calidad que el acontecimiento le daría al festival de Teatro. El mismo que se le dio a la plaza de toros de Las Ventas con la Copa Davis. En Mérida, aseguran, que se respetará la cota del suelo y se prescindirá de la publicidad dentro del recinto. Pausa final. Paco concluiría en que se trata de una cuestión de pelotas. Creo que quien haya leído la noticias estará de acuerdo con el inolvidable guitarrista.