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Hablillas

El notición que nunca tuvo que serlo

No debe ser agradable pasar de unos brazos a otros, ver a tu madre sonriendo pero cada vez más lejos, ahora se va, ahora vuelve.

Permítame, sufrido lector, que insista contribuyendo a dar más publicidad a un acto comentado desde la crítica al reproche durante esta semana que se escapa, ya antigua al haber quedado impresa en periódicos y tabloides, en las columnas digitales.

La maternidad es una circunstancia, una condición, un momento único e irrepetible por muchas veces que en ella se insista, razones por las que no hay que tratarla con ligereza, burla o sarcasmo como ha ocurrido con el hecho acaecido esta semana destinado a desfigurarse. El pasado miércoles Carolina Bescansa apareció en el Parlamento con su hijo. A sus obligaciones maternales tuvo que añadir la de votar para elegir al Presidente y no hizo falta chispa para que ardiera la imagen sin llamas con los comentarios. Menudo guirigay había formado en el hemiciclo, además de los bandazos del chiquitín, de unos brazos a otros.

No se trata de echar más leña al fuego, que ya ha quemado bastante. No se trata de juzgar la actitud de esta madre, ya lo ha hecho media España y las tres cuartas partes de la otra, ni condenar los argumentos, que los ha habido de todos los tamaños y colores. Desde el postureo, palabro en boga nacido en tertulias, hasta la carencia de baja materna para las Diputadas esta imagen ha desencadenado una de sarta de consideraciones –suavizando mucho la intención- en las que abundan las poco favorables.

Y claro, las primeras opiniones fueron de las mujeres. La mayoría abundó en la no necesidad de tan pequeña compañía, en la no necesidad de privarle de un rato de tranquilidad y distracción mientras la madre cumplía con el voto. Hace unos años se abrió una guardería en el mismo lugar a fin de evitar lo que se venía haciendo no sólo en el Parlamento sino en otros organismos, es decir, el cuidado de los pequeños por los compañeros que en ese momento no estaban en un juicio, por ejemplo, mientras sus madres cumplían con su trabajo.

Cierto que la ayuda en la casa puede fallar por enfermedad repentina o por avería en el autobús donde la niñera se traslada. Por ello se llevó a cabo esta medida y desde entonces el trabajo resulta más relajado en este aspecto, medida que la pequeña empresa privada ha sabido ofertar basándose en la cercanía.

La tormenta política desencadenada concluye en una simple cuestión de bienestar, el de un niño que llorará porque se separa de su madre pero que al rato se le pasará, evitando con ello su propia incomodidad. No debe ser agradable pasar de unos brazos a otros, ver a tu madre sonriendo pero cada vez más lejos, ahora se va, ahora vuelve.

Sin embargo todo esto pasó a un segundo plano cuando Carolina Bescansa y su hijo fueron captados frente a la tierna y sonriente mirada de la diputada  Rita Bosaho, la primera Diputada negra, palabras textuales. La imagen fue noticia y de inmediato pasó a ser notición, eclipsando la muerte de David Bowie, desplazando sucesos e incluso el caso Noos. Segundos después se compartía la imagen por WhatsApp.

La prontitud y la simultaneidad tanto aquí como en los medios audiovisuales las hicieron repetitivas no sólo a lo largo de la jornada. Esperemos que cuando estas líneas salgan a la luz el notición se haya extraviado, porque nunca tuvo que serlo.

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