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Hablillas

Barbie en el cine

Llegó a nosotros con una sección propia en una revista alemana de patronaje en la que incluían sus vestidos para confección.

Si hace unas semanas nos sorprendía la noticia de la madurez de Barbie, cincuenta y siete años que nada tienen que ver con la realidad de una mujer de esta época, ahora nos quedamos boquiabiertos con la sorpresa que nos da el cine al mostrarla de carne y hueso. Sus aventuras comenzaron en un álbum de cromos, luego en semanarios infantiles y más tarde en la pantalla, destinada al cine familiar. Sin poder evitar el uso del ordenador, porque hoy no se concibe el género de animación sin él, quizás haya nacido para eso, para dosificar los movimientos, los gestos irreales de un avatar y crear un personaje real. La idea es buena porque el argumento quiere romper con el estereotipo que transmite el icono, así se explica su expulsión de Barbieland, porque no es perfecta, porque es excéntrica y no se ajusta a los dictados de esa sociedad en la que vive. La cinta estará lista para el verano. Mientras tanto, Barbie ya da vueltas por la cabeza.

Llegó a nosotros con una sección propia en una revista alemana de patronaje en la que incluían sus vestidos para confección. Más de una madre los hizo para las delicias de sus hijas. Bastaba un poco de empeño y tiempo  para otorgarles exclusividad. Pero en aquel tiempo Barbie juguete aún no había cruzado los Pirineos. Y es que aunque la muñeca nació como el prototipo de ama de casa americana, muy pronto dio la vuelta al mundo. Lo cierto es que sin perder el fin, sin dejar de ser un entretenimiento para las niñas, Barbie también podía ser un modelo a imitar. Era, sencillamente, perfecta, es decir, guapa, estilizada, eficiente, impecable, un mensaje que se publicitó con vistas al futuro, porque las niñas jugaban a ser mayores, a ser Barbie, dejando de ser las mamás de sus muñecos.

Esta revista alemana fue la llave que le abrió las puertas en el comercio español, porque poco después empezaron a verse en las jugueterías. Los vestidos vinieron más tarde, diseños que muy pronto formaron parte de un armario rosa. Tanta popularidad alcanzó que se lanzó una colección diseñada por el conocido Oscar de la Renta, trabajo que propició la labor de firmas tan conocidas como Givenchy, Armany o Calvin Klein, para los que Barbie desfiló al cumplir sus primeros cincuenta años.

Al margen de esta conmemoración, su vida siguió evolucionando. Salió de su casa para trabajar, tuvo novio, hermana, además de chalet, bungaló, coche deportivo y caravana, según la época. De aquí pasó al cine Disney en su más puro estilo para, ahora, transformarse en una mujer de carne hueso. Será curioso verla con el vestido de vichy y el delantal ribeteado con tiras bordadas, con los zapatos de salón y el pelo cardado, entre electrodomésticos enormes. Aunque a lo mejor la actualizan, nos la ponen feminista e incluso contestataria.

Por esa razón la elección de Amy Schumer ha sido muy acertada, una mujer con un físico normal, conductora de un latenight, que dice lo que piensa con naturalidad. Trasluce, sin duda, el mensaje, la apuesta de Mattel por acercar el icono a lo natural. Ya lo hizo disminuyendo la estatura de la muñeca y añadiéndole curvas. La pregunta es si los admiradores de Barbie Superstar la aceptarán. El verano nos dará la respuesta.

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