Nunca el gran cartel de la Hermandad de La Borriquilla, en el lateral de la torre de la parroquia de Nuestra Señora de Belén y San Roque, en el que podía leerse ‘Salud y Paz’ tuvo tanto sentido como en estros tristes días de guerra y tantas pérdidas por la pandemia. Y con salud y paz ha despertado un Domingo de Ramos en el barrio de Belén para alumbrar a una Semana Santa penitente y dichosa una vez más en la calle.
Diez minutos antes de las once la liturgia más esperada por la Pasión jienense volvió a repetirse después de tres largos años. Tres golpes secos acallaron el murmullo leve de cientos de jiennenses ávidos de un nuevo Domingo de Ramos. Era la tradicional ‘Llamá’: “¡Quién va!” “La Hermandad en corporación”.
Y así, la imagen titular de ‘Jesús entrando en Jerusalén’, del prestigioso imaginero Antonio J. Dubé, irrumpió en la renovada Pasión jienense con su abrigo de salud y paz para todos los fieles. Las dos primeras ‘levantás’ de 2022 corrieron a cargo del alcalde de la ciudad, Julio Millán, y de la viceconsejera de Salud, Catalina García, en honor y recuerdo de todos los hermanos que sucumbieron en estos años al terrible virus.
Y con la emoción contenida, las notas del Himno de España de la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Victoria de León, la Hermandad cumplió su 75º aniversario en la calle. La Borriquilla anduvo firme mecida por el himno “La Misericordia del Padre”. Poco después de las once de la mañana el repique de campanas acompañó a la Banda de Música de Nuestra Señora de la Amargura-Sociedad Filarmónica, mientras Jesús y sus discípulos encaraban la Cuesta de la Virgen, y las túnicas, capas y caperuces blancos, con fajín azul, anunciaban la llegada del Mesías al son de “La coronación de la Macarena”.
María Santísima de la Paz aparecía en la puerta del templo, donde, nuevamente los costaleros, de rodillas, convirtieron en arte la salida de la imagen, también de Dubé, bajo palio. Tras los aplausos y vítores y en una perfecta comunión con los sones cofrades de la banda, María Santísima siguió la estela de su Hijo, ajena aún al dolor por venir.