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Jerez

Israel Galván se inspira en el baile de los Seises de Sevilla para retratar a su ciudad

Alberto Sellés estrena ‘Aneirein’ y Lucía Campillo pone en escena ‘Un lucero’; y Manuel Valencia presenta ‘Las tr3s orillas’ de su guitarra

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  • Los nuevos protagonistas del Festival de Jerez -

El bailaor y coreógrafo Israel Galván reinterpreta en su último espectáculo, Seises, la danza ritual y sagrada que una decena de niños efectúan tradicionalmente en la Catedral de Sevilla. A partir de la tradición de estos niños bailarines, Galván pondrá en escena su particular y extravagante paseo por su ciudad natal este próximo miércoles 8 de marzo en el Teatro Villamarta, escenario principal del XXVII Festival de Jerez.

Un día antes se presentan en el certamen dos estrenos que tienen al baile y a la guitarra como protagonistas. En los Museos de la Atalaya, Alberto Sellés exhibe Aneirein, mientras que en la Sala Compañía el guitarrista Manuel Valencia presenta Las tr3s orillas. Será también en este último espacio escénico donde la bailaora Lucía Campillo hará brillar su último montaje que lleva por título Un lucero.

Israel Galván ha tratado de trasladar el rostro y la mente de los Seis. En su opinión, incluso cuando realizan su danza ritual estos niños bailarines están pensando en sus cosas, al igual que él cuando tenía esa edad y tenía que bailar estaba pensando en la recompensa que traería consigo su actuación.

En los semblantes serenos de esos niños ha encontrado el bailaor su inspiración para esta nueva propuesta que lo devuelve a la inocencia sin pretensiones de sus primeros años. No obstante, a primera vista, no veía en esa liturgia que se repite cada año en el Carnaval, el Corpus y la Inmaculada nada especial. Sin embargo, el coreógrafo se sintió atraído por el relevé, uno de los pasos que ejecutan los Seises en su baile y quiso incorporarlo. A diferencia de propuestas anteriores, donde Galván ha puesto el foco en las tradiciones para darles un giro en busca de cierto grado de espectacularidad, en esta obra el bailaor ha llegado a la conclusión de que “en los movimientos mínimos se abren las posibilidades de un universo” y tiende, por tanto, a lo sutil y minimalista.

Su propósito de reflejar la inocencia de esos niños lo contrapone con esa “cosa sufridora y violenta” que observa en el flamenco que, en este momento de su carrera, ya le aburre. “Yo aquí no quiero eso”, precisó.

Peso de las tradiciones

Acompañado por la música de Domenico Scarlatti -de la que Galván ha asegurado que le suena como la guitarra flamenca- y con las voces blancas de la Escolanía de los Palacios, el montaje extiende su mirada a la ciudad de Sevilla, a través del fandango del Padre Antonio Soler y las sevillanas de Pareja-Obregón. El peso de las tradiciones aparece en escena a través símbolos como, por ejemplo, los pétalos de azahar y las naranjas.

Dividido en tres fases, en la primera se recrean paisajes visuales con un baile que Galván calificó de “más silencioso”, con poesías de amor. En la segunda parte el artista se enfunda las botas para entrar en “la sublimación del cuerpo” a través de la búsqueda del ruido. Finalmente, cantan los niños y su baile transita por su verdad más sincera para representar la magia y la inocencia de estos infantes. Contará con la interpretación musical de Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis al clavecín y piano, además de Helena Astolfi y Ramón Martínez.

Si Platón llama “anairein” al alma que asciende en el conocimiento, Alberto Sellés hace suya esta metáfora para ascender en el baile sin menospreciar el pasado e integrar éste en su propia estética dancística. Así podrá verse en el particular universo que el bailaor gaditano ha creado en su nuevo trabajo y que estrena en los Museos de la Atalaya bajo el título Anairein y con la dirección artística de Juan José Morales ‘Tate’, autor además de la dramaturgia.

Las similitudes con las raíces filosóficas griegas del término se encuentran también en la propia estructura del espectáculo, puesto que mientras Platón divide en cuatro los estados del conocimiento, Sellés fija cuatro variaciones en su obra. Variaciones que van desde las imágenes y motivos más evidentes del flamenco hasta alcanzar su propia verdad o identidad artística, pasando por los dogmas flamencos, la técnica pura y la belleza de lo simple.

Sobre el escenario de los Museos de la Atalaya, Sellés tendrá el arrope musical de la guitarra de Francis Gómez, la percusión de Lito Mánez y la colaboración especial de Diego Villegas, encargado de los instrumentos de viento. El cante será cosa de Pepe de Pura.

La oferta dancística continuará en Sala Compañía (8 de marzo), donde Lucía Campillo hará en Un lucero su particular recorrido por los diferentes palos del flamenco, folklore y música clásico-española para deconstruir, desde un punto de vista actual y vanguardista, el baile tradicional.

La maternidad como impulso creador

La necesidad de explorar su propia trayectoria artística forma parte también del propósito de este trabajo de la bailaora murciana, donde muestra lo extraordinario de lo cotidiano, la transformación hacia una nueva fase, la maternidad como impulso creador o la imperfección. Todas estas reflexiones tienen como única luz la danza española y el flamenco y cuentan con la aportación de María Jáimez, en la dirección escénica y dramaturgia.

Comenzará su baile por taranto para que los palos se sucedan -soleá, petenera, alegrías- para mostrar los matices personales de su baile, movimientos donde el vestuario aparecerá como una segunda piel que se desprende y cambia por momentos. Con la guitarra de Antonia Jiménez, la percusión de Manuel Masaedo y el cante de Eva La Lebri y Jesús Corbacho, Lucía Campillo buscará transitar por un camino artístico donde, en medio de una imaginaria noche, brillan los luceros, un brillo que también será el suyo propio.

De otro lado, en el ciclo Toca Toque la guitarra de Manuel Valencia amplía su sonido hasta Las tr3s orillas, una propuesta que el músico jerezano estrena en el Festival de Jerez (martes 7 de marzo, Sala Compañía). Las tr3s orillas vienen a ser los tres desembarcaderos naturales de todo guitarrista flamenco: acompañando al cante, como instrumento sobre cuyo sonido el baile ejecuta sus movimientos y el protagonismo propio de los conciertos. Una transformación musical y artística que Manuel Valencia traslada ahora a los escenarios. “Mi vida es eso actualmente. Tengo que cambiar el chip con rapidez porque un día estoy tocando para bailar, al día siguiente acompaño al cante y al otro día hago un concierto. Mentalmente tengo que estar preparado y, de algún modo, esta es la idea de este proyecto”, señaló el guitarrista.

En Sala Compañía contará con un equipo artístico donde figura el cante de David Carpio, el baile de El Choro, la percusión de Carlos Merino y las palmas de Javier Peña y Juan Diego Valencia. Un concierto donde Valencia interpretará composiciones propias por soleá, bulerías, granaína, cantiñas, rondeña o seguiriya.

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