El 4 de diciembre de 1868 los obreros de El Puerto de Santa María salieron a la calle y levantaron barricadas exigiendo el fin de la explotación y el hambre y celebrando la llegada de una república federal… Un día después la provincia toda se sublevaba. Andalucía, tal vez sin saberlo del todo, restauró la historia ciento nueve años después, cuando el mismo día, pero del año 1977, cerca de dos millones de andaluces se manifestaron para exigir la autonomía plena.
Quinientos mil manifestantes en Sevilla, alrededor de ciento cincuenta mil en Málaga, cien mil en Granada, ochenta mil en Huelva y en Córdoba, setenta mil en Cádiz, setenta mil en Jaén, diez mil en Almería, Ronda, Campo de Gibraltar y en Antequera y más de un cuarto de millón en Barcelona, emigrantes de la novena provincia. Los andaluces -¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad! ¡Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad!- reivindicaban una autonomía plena y en igualdad de condiciones y competencias que la de los autodenominados territorios históricos.
Fue la base -con sangre derramada ese mismo día, por mor de un bala asesina, en la figura del jovencísimo malagueño García Caparrós, un mártir político de los deseos autonómicos andaluces- que permitió posteriormente celebrar y ganar el referéndum autonómico, no sin sobresaltos, ya que Almería se desgajó del mismo, empujando a los responsables políticos a que Andalucía lograse el máximo nivel de autonomía, convencidos de que todo esto favorecería el desarrollo y bienestar de nuestro pueblo.
La esperanza de la autonomía era resolver los seculares problemas de nuestro territorio como el paro, la reforma agraria o las infraestructuras. Eran reivindicaciones que se repetían en las distintas manifestaciones.
De eso hace hoy 35 años, treinta y cinco largos años en los que, como escribió en su día, Salvador de la Obra “nuestras instituciones se han confundido con los partidos que nos gobiernan y esa intencionada confusión ha generado en nuestro pueblo desconfianza en la autonomía y no en quienes gestionan dicha autonomía”. Y que 35 años más tarde, la esperanza y la desilusión se dan la mano.