Eloísa Benítez y su marido Joaquín ya están en casa con Joaquín, el segundo hijo de este matrimonio jerezano, que vino al mundo el Domingo de Resurrección en la primera planta del Hospital Materno-Infantil, edificio con un ala reservada para pacientes con Covid-19. Unas circunstancias especiales que no han interferido ni en el parto, que ha sido natural y sin complicaciones, ni en las 48 horas que ha pasado ingresada, más allá de tener que llevar mascarilla - la tuvo puesta incluso durante el parto pero se la tuvo que quitar “porque se aflojaba al empujar”-, no poder dar paseos por el pasillo, ni recibir la visita de sus seres queridos.
Aunque el SAS está dando altas a las 24 horas del parto si va todo bien, en su caso han tenido que quedarse 24 horas más por la diabetes estacional que de nuevo ha tenido en el embarazo para controlarles las glucemia a los dos. Pese a sus miedos y su angustia de estas últimas semanas, Eloísa reconoce a Viva Jerez que ha sido peor pensarlo que vivirlo. Ella es enfermera en el Hospital Virgen del Rocío y sabe de primera mano la profesionalidad de los sanitarios a los que cada tarde aplaudimos en el balcón. “He pasado mucho miedo, angustia y pena por todo lo que se está viviendo. He tenido que ir sin el padre a las ecos últimas, que son las más bonitas, y las clases preparatorias del parto también las anulamos por miedo a contagiarnos”
Toda esta preocupación se esfumó una vez que en la madrugada del domingo rompió aguas, llevó a su hija mayor –que es la que peor lleva no conocer a su hermano- a casa de los abuelos e ingresó en el hospital. Ahora está “contenta y emocionada”. “No tiene nada que ver con el parto de mi otra hija; este ha sido súper rápido y mi marido estuvo conmigo y pudo cortar el cordón. Me gustaría recalcar el buen hacer de todos los profesionales de paritorio desde anestesista a celadores y especialmente a mi matrón Manuel Amador y su residente de matrona Ana, que lo hicieron todo más fácil. Y en la planta igual, todo el personal de todos los turnos que han pasado se han portado de 10", añade.
Lo peor de dar a luz en medio de esta pandemia del coronavirus ha sido no poder tener el calor de su familia, como sí ocurrió hace seis años con su primera hija. De momento, tendrán que conformarse con conocer al pequeño por videollamadas. "Es lo que peor llevo. Me encantan las visitas, los abrazos y los besos pero en estas circunstancias nada de nada”. Aunque no le han dado ninguna indicación, prefiere ser cauta “por lo que estamos viviendo”, a la hora de comerse a besos a su pequeño, aunque “no por eso se libra de los apretones y achuchones”, reconoce Eloísa, que aconseja a las futuras mamas que “intenten disfrutar de los últimos días de gestación” y se desintoxiquen de los comentarios negativos que le lleguen. “Una vez en el hospital los profesionales se encargan de que todo sea muy fácil y seguro que si les queda un poco de temor en el momento del primer llanto de tu príncipe o tu princesa es la mejor vacuna contra todos los miedos”.