Un paseo por la calle Echeverría, “la calle de los bares”, que diría el malaguita promedio, es un viaje a pie entre el olor a salitre y la cerveza del pub más cercano, la fritanga de una freiduría y el jolgorio de una familia numerosa cenando al aire libre. Los vecinos de la barriada de
Huelin no aguantan más el ruido procedente de este pequeño caos hostelero.
Denuncian que muchos negocios
no respetan la ordenanza municipal y doblan o casi triplican las mesas en terraza, lo que multiplica el aforo y aumenta el jaleo que repercute en los vecindarios de alrededor. En plena Feria de Málaga se montó un escenario con unos altavoces que emitían música en directo desde las seis de la tarde. Aquello fue la gota que colmó la paciencia de muchos de los vecinos.
A raíz de este suceso crearon la plataforma
‘Stop Ruidos Huelin’, y su portavoz, José Luis Rueda, quiere el mismo ruido (mediático) que ellos mismos sufren para que el Ayuntamiento haga algo al respecto. “Los fines de semana se nota más, pero pasas por aquí un lunes, martes o miércoles y en los bares de copas sigue todo igual. Reunimos 201 firmas que son 201 familias afectadas”, explica este malagueño de 60 años que precisa que este problema se viene arrastrando “desde hace muchísimos años”.
Hay días en que no puede pegar ojo. Muchas familias tienen suerte de que sus balcones no dan a dichas calles, pero sí les afecta el problema de ocupación de la vía pública “porque esa ocupación es lo que hace que tengamos, al final, el doble de ruido”.
Mahos y la hostelería
“No tenemos nada en contra de los hosteleros, queremos que ganen dinero, que para eso han montado su negocio. Pero con un inciso: que lo hagan legalmente. Si usted tiene autorizadas 6 mesas y 24 sillas, ponga seis mesas y 24 sillas y no el doble. Esto lo vemos todos los días y aquí parece que no sancionan”, critica Rueda.
Los vecinos están cansados de que la hegemonía del bar en Málaga esté dejando a un lado la vida de los malagueños y personas que conviven en estos lugares de contaminación acústica.
“El alcalde se ha doblegado a la patronal hostelera malagueña, que por cierto, hace muy bien en mirar por los intereses de sus asociados. Mahos lo está consiguiendo todo, pero en contra de la salud nuestra”.
Grabaron en vídeo varios ejemplos de situaciones que pasan de noche y hasta a plena luz del día. El sonido entra por cualquier rendija y se cuela en el salón de casa. “Si esto sigue así, la cosa puede acabar muy mal. Poniendo un ejemplo, yo todas las noches escucho de madrugada gritos de personas diciendo “¡Por favor, callarse que tenemos que dormir! Y ojalá me equivoque y no pase, pero
cualquier día algún vecino tire una maceta o se le crucen los cables y el culpable va a ser el alcalde, por no poner solución a esto”.
Su visión es compartido por otros muchos enamorados de la ciudad, lo sean o no de nacimiento.
“Lo que está pasando en Málaga es vergonzoso. Los que vivimos aquí estamos encantados, pero de un tiempo atrás esta ciudad está tomando una deriva que no es normal”. Para reflexionar.
A la espera de que cumplan promesas
Después de una intervención en un programa de Telecinco, el asunto de Stop Ruidos llamó la atención a la parte política, que rápidamente inició diálogo con los vecinos de la plataforma. Este lunes, el concejal del distrito,
Luis Verde, se reunió con seis de ellos para encontrar soluciones y, según informan fuentes de la reunión a este periódico, “
hay predisposición total”.
Hasta el momento, el concejal aseguraba que “no le constaba denuncia alguna”, señala Stop Ruidos. Para el delegado del distrito número 7 (Carretera de Cádiz), las 201 quejas eran, en realidad, una sola queja formal y ha preferido no firmar un documento con los cuatro puntos clave que exigían los vecinos afectados.
Sin embargo,
se compromete, en nombre del Ayuntamiento, a reconocer el bulevar de uso ciudadano y a iniciar los trámites para estudiar si las calles Tomás Echeverría y Río Rocío son zonas acústicamente saturadas (ZAS), donde quedan garantizadas los horarios de cierre, la negativa a abrir nuevos negocios de restauración y un control de ruido para evitar molestias a los habitantes de los hogares cercanos. Para ello piden “un tiempo prudencial” que los perjudicados esperan que sea cuanto antes.