Apenas hace tres años que este madrileño de nacimiento y malagueño de adopción empezó a competir en ciclismo adaptado. Alejandro García Navarro encaraba en julio de 2016 su primera participación en una competición de renombre: era la Paracycling Bira que se celebraba en Bilbao, Vitoria, Munguía y Elorrio y que por primera vez acogía una copa del mundo.
No tengo sujeción en la mano y la engancho a la bicicleta con un guante especial, como si fuera la calaEl ciclista perteneciente a la Asociación de Deportistas Malagueños Discapacitados (Ademadis) solo llevaba seis meses entrenando y su objetivo se centraba en terminar la carrera y coger experiencia en su categoría, la h1, “una de las más severas”, definió.
La categoría h1 acoge las pruebas con triciclos manuales (handbike) para deportistas sin movilidad en las piernas. Concretamente fue una lesión cervical de grado cinco por un accidente doméstico la que dejó tetrapléjico a Alejandro, quien recuerda la forma en la que logró grandes éxitos deportivos el pasado mes de marzo, en Cáceres, en una cita de la copa de Europa de ciclismo adaptado.
En la prueba en línea de 23 km fue oro individual y plata por equipos y en la contrarreloj también subió a lo más alto del podio en la categoría mh1 enfundándose el maillot verde de líder, pero en esta ocasión tuvo, además, el hándicap de quedarse sin su guante de carbono antes de la salida.
“Partí el guante con el que yo engancho la bici porque como no tengo sujeción en la mano tengo que llevar un guante especial, como si fuera la cala. Tuve que correr con la mano vendada entera con cinta americana”, explicó el corredor quien hizo hincapié en que “tuve unas sensaciones muy buenas aunque no pude darle toda la caña que me hubiera gustado precisamente por el problema del guante”.
En tan solo un trienio este ciclista de 42 años domina su categoría en el campeonato nacional y en la copa de España. Además, cada temporada se marca un reto personal con fines solidarios, como la participación en 2016 en una maratón de 42 km, o la realización de una ruta de 440 km del Camino de Santiago en 2017, convirtiéndose en el primer tetrapléjico con lesión cervical C-5 en lograrlo. Un ciclista que aúna fuerza y solidaridad en cada pedalada.