La Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga ha recogido durante los primeros seis meses del año 876 animales abandonados. Los perros, lo que más se sigue recogiendo, en número de 672, después los gatos, 114. También se han recogido gaviotas, palomas, conejos y tortugas, según indicó a Viva Málaga la presidenta de la Protectora, Carmen Manzano.
Por particulares fueron entregados desde enero hasta junio 479 perros y 11 gatos; fueron devueltos tras haber sido adoptados 24 perros y nueve gatos; a petición de policía local, 63 perros y 10 gatos, y rescatados del Centro Zoosanitario Municipal 106 perros y 84 gatos
En este periodo, Manzano destacó que han encontrado una familia 406 perros y 113 gatos en España y que las adopciones internacionales se elevaron a 135 perros y 32 gatos. Gracias al chip se pudieron devolver 40 perros y un gato a sus familias. Y “desgraciadamente”, fallecieron 29 perros y 40 gatos, la mayoría lactantes de las camadas abandonadas que no se han podido sacar adelante; algunos todavía con el cordón umbilical. Y por razones de enfermedad y atropello se tuvo que aplicar la eutanasia a 24 perros y seis gatos.
El abandono que no cesa
Manzano lamentó que cuando arranca la temporada de caza “empezamos a recoger perros perdidos por todas las carreteras de Málaga” y cuando la misma termina “son los cachorros y hembras hartas de parir, que ya no sirven para cazar, los que vamos recogiendo”. Asegura que carecen de chip, “algunas veces porque nunca lo tuvieron, otras porque se lo han arrancado y vienen con la herida en el cuello”.
Recuerda Manzano que “los regalitos de Navidad y Reyes también ayudan a sobresaturar el Refugio”cuando “se hacen ya pesados cuando nos vamos de vacaciones y total, ¿para eso están los Refugios no?”. Por eso siente comprobar que el abandono no cesa, que “por mucho que hagamos las asociaciones animalistas, que hemos caído en nuestra propia trampa y no somos capaces de mirar a otro lado, que el chantaje emocional que supone saber que los que no recojas, morirán con casi total seguridad, nos pasa factura, que la mayoría de los voluntarios sufrimos lo que se llama estrés por amor”.