Julian Assange, fundador de WikiLeaks, fue arrestado este jueves en la embajada de Ecuador en Londres tras pasar casi siete años encerrado eludiendo la Justicia y dedicado a promover la labor de su portal de revelación de secretos oficiales.
Desde su detención en 2010 en el Reino Unido a petición de la Fiscalía sueca, el experto informático pasó primero más de un año bajo arresto domiciliario en la campiña inglesa y, desde el 19 de junio de 2012, refugiado en la embajada de Ecuador en la capital, que le ofreció asilo para evitar su extradición al país escandinavo pero que ahora ha decidido retirarlo.
Finalmente, Suecia archivó la causa en su contra, pero él se quedó en la embajada para evitar ser detenido por las autoridades británicas (por violar previamente su libertad condicional) y -su gran temor- ser entregado eventualmente a Estados Unidos.
Tras meses de tensiones internas, la protección de Quito llegó hoy a su fin.
Durante su cautiverio y mientras Ecuador no lo impidió, el antiguo hacker de 47 años, con la salud cada vez más deteriorada por la falta de sol y ejercicio, siguió comprometido con su causa y difundiendo, con la ayuda de un equipo de fieles, información confidencial de Estados, empresas y organismos.
No empiezas a dirigir una empresa como WikiLeaks "si eres el tipo de persona que se rinde", declaró tras los primeros años de encierro en la legación diplomática.
Assange se trasladó allí tras perder el juicio en el Reino Unido contra la entrega a Suecia, que quería interrogarle por presuntos delitos sexuales que él negó y de los que no llegó a ser acusado.
Lo que más teme desde siempre es que, si es detenido por un país aliado, puede ser entregado a EEUU, donde cree que afrontaría la pena de muerte por su difusión en 2010 de cables diplomáticos confidenciales del Gobierno estadounidense -filtrados por la soldado Chelsea Manning, condenada a prisión-.
La revelación de esos mensajes, con la ayuda de varios periódicos, puso en aprietos a Gobiernos de todo el mundo, y se le atribuye haber inspirado las revueltas en los países árabes.
Enigmático y perseverante, Assange ha hecho bandera de la lucha por la transparencia de los Estados y la libertad informativa, lo que le ha valido tanto partidarios como detractores.
Nacido en Townsville (Australia) el 3 de julio de 1971, su figura, de tez pálida y característico pelo blanco, es un misterio incluso para sus colaboradores, que le describen como carismático e inteligente pero imprevisible.
El informático, de quien se dice que dedica horas a su trabajo sin asearse, comer o dormir, tuvo una infancia nómada en Australia, donde su madre, la artista Christine Ann, cambiaba constantemente de residencia escapando del padre de su hermano menor, de quien reclamaba la custodia.
En su juventud, fue procesado en ese país por delitos informáticos al acceder, con su grupo International Subversives, a sistemas protegidos de organismos oficiales, pero salió airoso con una mera multa al valorar el juez que sus actividades respondían a la curiosidad y no a fines delictivos.
Aún adolescente, se casó con una chica con la que en 1989 tuvo un hijo, Daniel Assange, ahora diseñador de software, cuya custodia acabaron compartiendo después de separarse.
A mediados de los años noventa, Assange trabajó como programador de software libre, en programas de encriptado para Linux, y colaboró en el libro "Underground: Tales of Hacking, Madness and Obsession on the Electronic Frontier", de Suelette Dreyfuss (1997), donde expuso su filosofía de no dañar los sistemas informáticos a los que se accedía.
Tras estudiar matemáticas y física en la Universidad de Melbourne (aunque no se licenció), en 2006 cofundó WikiLeaks con la misión de exponer información gubernamental que, en su opinión, debería estar al alcance de los ciudadanos.
Saltó a la luz pública cuando en abril de 2010 WikiLeaks difundió un polémico vídeo en el que soldados de EEUU disparaban a civiles en Irak en 2007, y posteriormente esos 250.000 cables diplomáticos que abochornaron a líderes mundiales.
Durante los últimos años no ha dudado en enfrentarse a los poderes fácticos para cumplir su objetivo de difundir sus secretos turbios, al tiempo que ha denunciado una persecución de EEUU y sus aliados en Suecia para silenciarle.
Con este nuevo giro en su vida, Assange afronta una vez más un futuro incierto, aunque sus hazañas son ya parte de la historia.