El tranvía a la cárcel

Publicado: 13/05/2018
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

VISITAR BLOG
El tranvía se creó para esquivar el metro, como si un transporte eficiente pudiera ser esquivado por el sucedáneo más lento del mundo
Cierto alcalde de infausto recuerdo, porque si hubiera llegado a cumplir sus proyectos ni el recuerdo quedaría de Sevilla, en plan “progre” afirmó: hay que ir contra los coches. No se enteraba. Ningún Ayuntamiento, ninguna autoridad tiene que ir contra nadie. Positivo es ir “a favor de”, no “en contra de”; hay que ir con lo bueno, que ya se encargará lo bueno de erradicar lo malo. Y él no fue contra los coches, fue contra el peatón, agobiado, atosigado, arrinconado  por el casi roce -y a veces más que roce aunque no abunden denuncias- de las bicicletas y sus “eses” por aceras y calles peatonales anchas y estrechas, entre las “eses” y los veladores. Muy “progre”, pero la bici no ha quitado coches de las calles, sólo ha quitado viajeros al autobús.

Lo del tranvía es peor. Mucho peor. Porque no sólo quitará más viajeros al autobús, para seguir engordando la deuda de Tussam; lo peor es que, como el obediente alcalde no puede “crear conflicto” (reclamar), el tranvía es la solución para ahorrar a la Junta la inversión del metro. Que es “muy caro” prestar un servicio así a una ciudad como Sevilla, cuyo voto no temen perder. El tranvía se creó para esquivar el metro, como si un transporte eficiente pudiera ser esquivado por el sucedáneo más lento del mundo. Y se amplió para hallar una justificación. Y la justificación se amplía más rápido que el tranvía, que su objeto no es ampliar el servicio. Sevilla no necesita el tranvía. Nos hemos dejado engañar. Su necesidad existe sólo desde el momento que decidieron dejar la calle San Fernando para bicicletas y veladores. Sin eso, un microbús eléctrico dando paseos desde la Puerta de Jerez a la Plaza Nueva, haría mejor servicio con un costo infinitamente más bajo, ocupando menos espacio. Más barato, más rentable incluso si fuera totalmente gratis. Lo que necesita Sevilla, por su extensión y por la disposición de su callejero, es una red de metro; una red donde las cuatro líneas proyectadas sean el principio de la solución. Y sólo cuando se imponga la solución, cuando el conductor pueda desplazarse sin atascos, pero con eficiencia, se quedará autorizado para exigirles que muevan el coche lo puramente imprescindible. Eso, ningún transporte de superficie lo va a conseguir. No se/nos engañen más.

Ahora Izquierda Unida amenaza con llevar el tranvía al Juzgado. (Duro trabajo, agrandar la entrada del edificio). Pero no para exigir un mejor servicio al ciudadano, sino para reclamar más daño a los conductores, a quienes el recorrido hasta Santa Justa ni de lejos resuelve su necesidad de desplazamiento. IU (cada vez más hundida) quiere denunciar el costo de un paso inferior, que agilizaría el tráfico interrumpido por el moderno engendro. En vez de denunciar el costo de una obra más inútil aún que el trazado existente, sólo pide perjudicar a quien tiene necesidad de llegar a su casa, a su trabajo, o al cine, pero no cuenta con un medio público cómodo y rápido. Simplemente: le quiere castigar por el “aburguesamiento” de poseer un vehículo.

El vehículo podría quedarse para la salida de fin de semana, pero el tranvía no puede conseguirlo. Para eso hace falta un transporte ágil. Sólo la red de metro puede dejar coches junto a la vivienda. 

© Copyright 2024 Andalucía Información