A Sevilla le sigue costando muy cara la Expo’92. No por el coste económico del Evento, que cubrió con beneficios; por lo que algunos se han empeñado en considerar “favor” de un presidente nacido en la ciudad, ignorantes -lástima- que, lo más que hizo ese presidente fue amenazar con no celebrarla, amenaza de imposible cumplimiento porque él no la había concedido. Ignorantes de que la Expo se debe a la gestión de Luis Uruñuela, que en 1982 viajó a París, a proponerla personalmente al Bureau International des Expositions (BIE). González podía haberse negado a realizar la infraestructura acometida gracias a la Expo en toda Andalucía, parcial reparación con cincuenta años de retraso. Pero renunciar sólo podía la propia ciudad, como hizo Chicago, elegida “ex-aequo”. El singular sentimiento negativo movido por la envidia de unos cuantos políticos incapaces, levantó el bulo de la preferencia por Sevilla del Gobierno y la Junta de Andalucía, pese a que las infraestructuras llegaron a toda Andalucía. No quedaron reparadas todas las carencias, fruto de muchos años de abandono, pero en ningún lugar. Sin embargo las mayores inversiones en infraestructura fueron para Málaga, realidad que no molestó a nadie; pues cada lugar es como es y necesita lo que necesita. Y, por citar un ejemplo, es mucho más costoso construir las rondas Este y Oeste, por terreno montañoso, que una circunvalación en terreno llano, por cierto incompleta en al menos cuatro puntos de su recorrido. El cómputo total de inversiones con motivo de la Expo, fue de 258.224 millones de pesetas en Sevilla y de 213.155 en Málaga. Los números se invierten al restar las de la propia Exposición y sumar las inversiones en cada ciudad desde el 92.
Aparicio, “artífice” de enfrentar dos ciudades que nunca la habían sentido, ocultaba su inoperancia de catorce años de gobierno, de mal gobierno en su ciudad. Y la de Carlos Sanjuán, Salvador Pendón, Celia Villalobos o Magdalena Álvarez, todos fuertes pilares de su partido en Andalucía, por tanto responsables directos de las políticas practicadas, que aprovecharon la inercia propiciada por el madrileño para desviar la atención y ocultar ante el resto de Andalucía cómo desde entonces, la capital de la Costa del Sol ha sido la principal receptora de inversiones y promoción, tanto de la Junta como del Gobierno central. No hay que creer comentarios ni artículos, basta revisar presupuestos y obras realizadas. En 2019, la victoria indirecta del “factótum” Elías Bendodo, ha traído por vez primera, una estructura sustentada casi exclusivamente en malagueños, quienes se jactan de anunciar a sus paisanos las inversiones en marcha, para colocar su ciudad “la tercera de España”, proyecto burdamente barnizado por la vuelta al enfrentamiento y “sustituir la preferencia de Sevilla”.
Pero no es mero enfrentamiento con Sevilla, tan innecesario, pues lo que Andalucía precisa es mutua cooperación. Temen a la unión de sus ciudades que minaría su proyecto. Aislar Sevilla, Huelva y Cádiz -se libra Córdoba por su situación geográfica- minora la zona de mayor fuerza andalucista y cubre la aspiración centralista de su partido.