¡Por fin! El sueño de Puyol

Publicado: 23/06/2019
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Que el presi ya lo ha dicho. De indepe, nada. De revisar el Estatut y añadirle lo que de verdad interesa, lo que quieran. Que la pela es la pela
Sí, sí, no griten. Se escribe con “J”. Pero como hay que hacer caso a todos los iluminados, también a quienes quieren correr más que el propio idioma. Que las habas no sólo se cuecen por ahí. La cuestión no va de habas, aunque ya estén contadas; va de cupos. A ver cuántos “cupos” caben en el estado que está el Estado de 45 millones, que tiene mucho que ver. Unos judicializan la política para no sentarse a charlar, con lo saludable y democrático que hubiera sido. Otros lloran como niños (pero no son niños) por un despacho, un Ministerio, porque no se fían, dicen. Como si los demás tuviéramos el deber de fiar en ellos después de las vueltas y los tumbos que han dado y lo único tumbado ha sido la ideología que se atribuían. Y el Sr. Sánchez, tan cegado como sus pretendidos socios, dispuesto a ir a nuevas elecciones con tal de no enfadar a quienes siempre estarán enfadados con él. Son como niños y eso es muy grave porque no son niños.

Es que, claro, quien no ve, no ve. De ahí que tanto sean capaces de ir a nuevas elecciones como de concluir el amaño. Que el presi ya lo ha dicho. De indepe, nada. De revisar el Estatut y añadirle lo que de verdad interesa, lo que quieran. Que la pela es la pela, aunque al resto no le quede ni para ir a la pelu. Porque esa es la cuestión: como siempre, los más pobres financiarán a los menos pobres y a los ricos. Vamos a ver si podemos verlo. Los impuestos directos, como el IVA van incluidos en el precio del artículo comprado. Los demás, también, incluso el de sociedades, aportación proporcional al beneficio, sólo alcanzable en función de la venta del producto o servicio generado. ¿A dónde vamos? Ahí va: los impuestos los abonan las empresas, no, mejor, los ingresan en su lugar de residencia; allí donde tienen su sede social. Luego se ingresan más impuestos en las ciudades con más industria, las que más venden. Pero mientras las pequeñas suelen salir poco de su entorno, las grandes claro que salen. Inundan. La consecuencia clara, de la que parecen querer huir los políticos y administradores de esas ciudades productoras, es que, aunque el impuesto se ingrese en un lugar, ese importe no se ha generado sólo en ese lugar; por el contrario, está aportado por todos los compradores/as, en todas las ciudades y pueblos del Estado. Esto desmonta la egoísta teoría de quienes presumen de pagar más. Porque ingresar no es lo mismo que pagar, en tanto pagar es desembolsar, aportar. Quien aporta es quien compra, que es, realmente, quien paga el impuesto ingresado por el vendedor.

Fácil ¿no? Para que vean. Y hay que ver. Porque si una Comunidad se quedara con la totalidad o la mayor parte de los impuestos ingresados en su Delegación de Hacienda, estará siendo financiada por los demás. Por todos cuantos han comprado lo producido en ese lugar. Pues peor es el privilegio de tener un “cupo”, un concierto con el Estado. En este caso no se quedan con todo, sino con todo y algo más, por la obligación contractual del Estado de cumplir el cupo. Pues si a Cataluña, para eludir la independencia, se le concede un concierto, la “orquesta” seremos los demás. Vamos, que Rajoy fabricó independentistas a “go-gó” y Sánchez busca que España se quiera independizar de Cataluña.

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