El cementerio de La Soledad de Huelva ha sido hoy escenario de un sencillo homenaje para recordar a William Martin, el hombre cuyo cadáver apareció hace 75 años en las costas del municipio onubense de Punta Umbría cambiando el curso de la II Guerra Mundial.
El acto ha contado con la participación del alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, y la alcaldesa de Punta Umbría, Aurora Águedo, así como de Isabel Naylor, la hija de un trabajador inglés de la compañía minera de Riotinto, quien, siguiendo la tradición de su padre, ha llevado flores a la tumba "del hombre que nunca existió" durante 68 años.
En el transcurso del homenaje se han depositado flores en la tumba y Gabriel Cruz ha entregado a la alcaldesa y a Naylor el acta de defunción del supuesto comandante inglés cuya identidad continúa todavía llena de incógnitas.
Isabel Naylor ha mostrado una profunda emoción en un acto que le ha traído muchos recuerdos de su padre, el que comenzó en los años 40 a llevar flores a la tumba, una tradición que más tarde continuó ella con 18 años y que ahora lo hará su hija, Gladys Méndez, que también ha estado presente en el homenaje, donde ha asegurado que "la tradición no se va a perder en la familia ni en Huelva, porque ya hay sucesora de la sucesora".
La aparición del cadáver de William Martin en la playa de La Bota, en Punta Umbría, y el que portara documentación de gran interés, relativa a planes de desembarco de tropas aliadas en el continente europeo, no fue casualidad, sino parte de una delicada operación militar.
Se trató de la operación "Mincemeat", orquestada por el Servicio de Inteligencia Británico para hacer pensar a los alemanes que el desembarco de Normandía se haría en Grecia.
Hicieron creer que Martin era un oficial naval británico, nacido en Cardiff el año 1907, con una vida aparentemente normal y una novia llamada Pamela a la que iba a pedir en matrimonio; pero lo cierto es que ni era comandante, ni se llamaba William Martin, nombre que fue inventado por el capitán Ewen Montagu.
Actualmente se barajan varias hipótesis, entre ellas la de que fuera el cuerpo de un alcohólico vagabundo galés llamado Glyndwr Michael, según las evidencias del historiador aficionado Roger Morgan.
Estos dos nombres aparecen en la lápida existente en el cementerio de La Soledad de Huelva, el falso y el supuestamente real, de este hombre al que hoy se ha rendido homenaje.