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Ondaluz se va de campamento este verano a la colonia Las Delicias

Las Delicias acoge otro año más el Campus Sierra, que hará disfrutar a cerca de 1.000 niños al final del verano

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Las nueve de la mañana y en los alrededores de Las Delicias ya se escucha una música bastante animada para la hora que es. La música no es lo única que tiene ritmo, puesto que los integrantes del Campus Sierra de Unicaja están  bailando a la sintonía del limpiaparabrisas o el baile del cuadrado.

Parece no importarles las miradas extrañas y continúan con su actividad matutina, que se extiende durante media hora. No hay descanso después de ella, porque comienza la jornada en Las Delicias. Mejor dicho, esta comienza a primera hora de la mañana cuando suena el despertador.

Los monitores ejercen de maestros de ceremonia. Improvisados y no, puesto que parecen que llevan toda la vida haciendo disfrutar a los niños. Estos monitores son los que más alboroto montan. La efusividad con la que acompañan al presentador de la velada mañanera despierta incluso a los que estén algo dormidos (difícil con todo lo que llevan en el cuerpo en tan poco tiempo).

Y casi sin darse cuenta nadie, a las diez de la mañana de cualquier de estos días de verano, Las Delicias ya están en pleno funcionamiento. Todo distribuido minuciosamente, con grupos de veinte niños más o menos en cada actividad y un par de monitores acompañándolos. Sin duda alguna, estos son una parte fundamental de este y otros campus. Muchos son voluntarios, que esperan casi con las mismas ganas que los pequeños el verano para repetir experiencia: “Yo pensaba que íbamos a estar más divididos, pero es todo lo contrario. Conozco al resto de compañeros de hace dos días y parece que somos amigos de siempre. No nos aburrimos nunca”, nos comenta uno de ellos, al que interrumpimos el calentamiento de fútbol.

Los monitores son importantes, pero quizás todo esto no sería tan idílico sin personas como Pedro o Pablo, responsable el primero en la organización, mientras que el segundo en la parte de animación: “Queremos que los niños pasen diez días inolvidables”, comparten ambos. La ilusión con la que hablan denota que el trabajo para ellos es menos cansado si se disfruta.

Y  como si se tratase de una competición, todos los niños se colocan en sus puestos para empezar las actividades. Que si partido de fútbol, que si nos vamos a pilotar karts, otros jugamos con los vasos... Pero si hay algo que gusta especialmente son las actividades más de montaña (por algo estamos en el Campus Sierra). Estas son el arboling y el rocódromo, que con su espectacularidad imponen un respeto inicial que pronto se pierde para los valientes.

Más aún la primera, puesto que es la única en todo campamento de este tipo. Como decía una pequeña: “¡Es mi preferida! Es un laberinto y tienes que ir saltando de árbol en árbol.

Ojo, que aunque esté en la sierra, también hay actividades de agua, como la piragua o una bola donde se meten los niños para intentar aguantar el equilibro (que no lo logran por cierto).

Si se empieza a relatar como se desarrolla cada actividad, este texto adquiriría dotes novelísticos, pero hay algo a destacar y es que conforme te alejas de cada actividad o del propio campus, las risas retumban por todos lados. Caras de felicidad de niños, que continuarán con actividades durante todo el día, incluso por la noche con veladas nocturnas. También habrá momento para un baño en la piscina.
Esto son Las Delicias. Quizás, sorprende sino se conoce a fondo, como niños de Andalucía e incluso España, puedan esperar todo el año estos meses. Pero algo habrá dentro, cuando siempre que se pregunta a los chicos, responden: “Yo volveré el año que viene”.

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