“Pase lo que pase en la final, estos chavales han demostrado que son de superior categoría”. Jaime Bugatto, entrenador del San Fernando B, siempre cauto a pesar de su juventud, se dejó llevar por una vez cuando su equipo había logrado tumbar a un histórico del fútbol gaditano como el Puerto Real CF.
En su defensa habrá que matizar que lo hizo a pie de campo, mientras uno de sus delanteros, Diego Doblado, era prácticamente sacado a hombros por sus propios compañeros tras anotar un doblete. Por su parte, el capitán Dani Freire lloraba de felicidad sobre el césped tras más de una década vistiendo la camiseta azulina y foráneos como Carlos Ramírez, Marcos Renzi, Caio Lino o Marcos Cheng cantaban a pleno pulmón el popular grito de guerra del filial: “Una pasión/de corazón/ de nuestra grada nuestra hinchada es la mejor / blanco y azul / nuestro color / Club Deportivo San Fernando campeón”.
Todo ello con el apoyo de la afición azulina que dejó sin hueco alguno las gradas del Municipal de Bazán. Bugatto, isleño y azulino de cuna era feliz. Muy feliz. Pero el lunes, un día más tarde, volvió a su discurso. A la frase que lleva grabada a fuego en su frente. “Esto es muy largo, vamos bien, pero las notas llegan en mayo, cuando acaba la temporada”.
Fue su eslógan, su máxima, para ganarse al vestuario cuando llegó al banquillo en el mes de noviembre. Los objetivos debían cumplirse a base de trabajo. Paso a paso. La calidad individual siempre al servicio de un equipo que debe ser el espejo, la referencia, de cientos de niños de las categorías inferiores. El último paso natural hasta debutar con los mayores en el Estadio Iberoamericano.
Bugatto y todo su equipo de trabajo (el mítico Tati Maldonado como segundo entrenador, Eu como delegado, Mercedes Franzón como responsable de la parcela física y Chema Escudier como analista) lograron que su idea calara en la plantilla. Ambición, intensidad, entrega total durante los 90 minutos. Pasión para que “la familia de por las tardes” consiguiese los objetivos marcados y superase todas las adversidades.
Porque el camino no fue de rosas. El derbi isleño ante el GE Bazán arrancó con el San Fernando B en novena posición tras un notable inicio de campeonato que se quedó en nada después de un mala recha en el mes de octubre que llevó a Bugatto, por entonces en el Juvenil B, a debutar a los mandos de un equipo Senior.
El inicio fue fulgurante (8 victorias y solo 3 derrotas en 11 partidos) y llevó a los cachorros a pelear en la zona noble de la clasificación por una fase de ascenso que se complicó sobremanera tras el empate ante el Puerto Real en Bazán y la sanción con la pérdida de un punto por incidentes en la grada.
A ello hubo que sumarle el cierre un partido del Municipal de Bazán y la obligación de desplazarse al Fernando Quiñones de Chiclana para caer ante el Jerez Industrial (0-2) e iniciar otra racha negativa de cuatro partidos sin conocer la victoria.
Hasta que llegó el punto de inflexión. En un partido con un gran ambiente en las gradas, el San Fernando B volvió a sonreír venciendo al Racing Portuense (2-1) y, tras empatar en Guadalcacín, culminó con un pleno de victorias el asalto al liderato del grupo.
Por entonces ya toda La Isla futbolera hablaba del filial y anhelaba ver la respuesta de los jóvenes en la fase de ascenso. No defraudaron en la primera ronda, dando la cara en la ida de semis en Puerto Real y haciendo disfrutar a los isleños que reventaron Bazán en una tarde lluviosa de mayo con la clasificación a la final.
Una final, un epílogo, que ha comenzado con un guion digno para este equipo. Mereció más, pero cayó. Tocará remontar. Tocará sudar y pelear como jabatos. Tocará buscar la victoria con más fuerza que nunca.
Bazán se quedará pequeño. Seguro. Todo el mundo quiere ver a Jaime Bugatto entregar las notas, por suerte, algo más tarde de lo previsto. Todo el mundo quiere ver a ‘la familia de por las tardes’ haciendo historia y logrando la matrícula de honor.