El Ayuntamiento, atendiendo a una solicitud eclesiástica, ha llegado a un acuerdo con la Iglesia para ceder al Arciprestazgo de San Fernando el azulejo del Sagrado Corazón que, aunque venía presidiendo el Edificio Consistorial desde la década de los años 40, es ajeno al origen constructivo de este inmueble que data del siglo XVIII.
Los trabajos que se vienen desarrollando desde 2016 en el Palacio Consistorial para recuperar uno de los edificios públicos más importantes de España por su valor patrimonial y arquitectónico llevaban a la retirada de este elemento religioso, que “ahora podrá ser expuesto y conservado a raíz de este acuerdo, aunque su titularidad continuará siendo municipal”, tal y como asegura la alcaldesa isleña, Patricia Cavada.
De hecho, la propuesta de rehabilitación que ganó el concurso de ideas convocado por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento isleño hace 14 años, que ganó el estudio Alt-Q Arquitectura, de Francisco Márquez y su equipo, ya contemplaba la retirada del azulejo. Una vez salvados todos los trámites administrativos, en 2011 se confirmaba la aprobación definitiva del proyecto de rehabilitación que “devolverá a este edificio su esplendor original tras las obras que se vienen realizando”.
Considerado el mayor edificio consistorial de toda Andalucía, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía lo declaraba en 2007 Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento, por lo que toda actuación en el mismo debía seguir unas pautas de rehabilitación arquitectónica tendentes a recuperar todas los aspectos originales posibles, tanto en relación con sus espacios como su aspecto formal. Así, había que proceder a las demoliciones, supresión de los elementos constructivos y formales que fueran ajenos a su condición originaria, caso del azulejo.
Estas operaciones vienen perfectamente reflejadas en los documentos del proyecto arquitectónico, que tienen que ser supervisados y aprobados por los organismos correspondientes a la consejería de Cultura, en este caso la delegación territorial de Cultura de la Junta en Cádiz, cuyos dictámenes son de obligado cumplimiento como avalistas de la conservación del patrimonio y garantes de la idoneidad de las intervenciones en la conservación de los bienes de patrimonio histórico, “compatibilizando así el uso y disfrute de los bienes culturales con su conservación”.
El objetivo no es otro que devolver el edificio a sus valores originarios, y el azulejo del Sagrado Corazón no pertenece a esos valores al ser un elemento circunstancial y ajeno, añadido siglos después de la construcción de este edificio
perteneciente a la reforma del Estado llevada a cabo por Carlos III que, entre otros programas, pretendía dotar a las poblaciones más importantes de su Casa Consistorial para el gobierno de los asuntos municipales, quitando así el poder a los todavía existentes privilegios medievales de los señoríos.
Además, -asegura Cavada- la intervención en un edificio patrimonial de estas características, conlleva diferencias sustanciales con edificios de nueva planta, “al ser portadores los primeros de determinados valores arquitectónicos históricos que hay que preservar y recuperar para el disfrute de la ciudadanía isleña y como elemento de atracción turística de gran relevancia para el municipio, dada su monumentalidad”.
La intervención que se acomete en el edificio, que se prevé finalice en unos meses, despierta gran interés no solo en la ciudadanía isleña, sino también entre los profesionales de la arquitectura, como lo demuestra la visita a las obras que el pasado fin de semana realizaba el Colegio de Arquitectos de Cádiz y que permitió comprobar los avances de una intervención que devolverá a este emblemático edificio isleño todo su esplendor, recuperando sus espacios originales como la sala Isabelina, la capilla o la biblioteca Lobo. Tal y como dijo la alcaldesa isleña ese mismo día: “Ya queda menos para que el reloj del Ayuntamiento vuelva a marcar la hora y el ritmo de la ciudad”.