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Sevilla

Los “Demonios” de la ciudad

Este río pierde en Sevilla sus valores más identitarios y pasen los años, las centurias, sin que la ciudad sea capaz de obtener sus potenciales beneficios

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  • Tertulia -

Posiblemente no existe ninguna ciudad en el mundo con las características positivas de Sevilla, por su enclave geográfico, climatología e historia. Ni una población con menos crédito social que el colectivo de sus naturales, que a título individual son muy diferentes. Quizás por esa circunstancia avalada por los siglos, casi todo lo que importa en Sevilla ha sido obra de los metecos, al mismo tiempo que sus hijos con méritos excepcionales tuvieron que irse de la ciudad para desarrollar sus posibilidades. Hay numerosos testimonios que así lo prueban.

Sevilla existe gracias a su río, el antiguo Tartesso, Betis, Guad el Kebir y actual Guadalquivir. El Río Grande ha sido y sigue siendo la razón de ser de la ciudad y su amplio hinterland, pero solo lo admitió en escasas ocasiones y sobre todo durante los Siglos de Oro. Luego el aprovechamiento del Guadalquivir es un rosario de proyectos bien intencionados que quedan pronto en el olvido. De ahí que este gran río pierda en Sevilla sus valores más identitarios y pasen los años, las centurias, sin que la ciudad sea capaz de obtener sus potenciales beneficios para la ciudad.

Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer (Valladolid, 29 de junio de 1858-Madrid, 6 de enero de 1942), II marqués de la Vega-Inclán, prohombre de la cultura durante el reinado de Alfonso XIII, enamorado de Sevilla, promovió el turismo a Sevilla y realizó una serie de proyectos básicos para la ciudad del siglo XX, muy especialmente el Real Patronato de Casas Baratas (1913), que este año celebra su centenario.

Empecemos por el final. En 1921 el Real Patronato de Casas Baratas solicitó al Ayuntamiento de Sevilla que la calle sin rotular y conocida popularmente como del Porvenir, se dedicara al marqués de la Vega-Inclán como reconocimiento a sus servicios ejemplares prestados a la ciudad desde su cargo de primer comisario Regio de Turismo y Cultura Artística Popular (1911). No hubo respuesta. El alcalde, Federico Amores Ayala, conde de Urbina (21 de marzo de 1919-22 de abril de 1922) debatió con sus concejales y el resultado fue negativo. No hay constancia documental como acredita José Santotoribio Sumariba en su obra básica Sevilla en su vida municipal (1920-1991) en la reseña amplísima que dedica al Cabildo del conde de Urbina (1920-1922). El silencio administrativo sorprendió a los patronos del Real Patronato de Casas Baratas, una de las obras más significativas del marqués de la Vega-Inclán, que hizo posible las primeras viviendas para obreros (1913-1915) y situando a Sevilla como pionera nacional en esta obra social.

Cuando se conocieron confidencialmente las razones para la negativa municipal, la Sevilla oficial se dividió en dos partes. La razón principal y única era que el marqués de la Vega-Inclán, soltero, convivía con una señorita soltera de Sevilla. Su compañera (1891-1931), María Belén López Cepero, residente en el Barrio de Santa Cruz, compartió su vida durante cuarenta y un años y no tuvieron descendencia.

Un escándalo social intolerable en aquella sociedad dominada por una idiosincrasia fundamentalista católica. Los diez concejales liberales y republicanos  escucharon de los catorce vinculados a la Liga Católica y partidos conservadores, una razón convencional pero perfectamente definitoria de la hipocresía de la época: “Si el marqués estuviera casado no tendríamos en cuenta a la querida”.
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Santiago Montoto (Sevilla, 1890-1973), en una de sus tertulias de la Punta del Diamante, en las que coincidimos Francisco Montero Galvache y nosotros (Ver fotografía adjunta, captada en 1955), comentó las ingratitudes sevillanas con personas que prestaron servicios ejemplares a Sevilla y luego la Sevilla oficial las despreció. El primer caso que Don Santiago exponía con reiteración es el del rey Alfonso X el Sabio, y el segundo el del rey Alfonso XIII, y añadía al general Miguel Primo de Rivera, al poeta Rafael de León y al torero Joselito el Gallo… Y en aquella ocasión le pedimos que nos escribiera en nuestro cuaderno de notas todos aquellos defectos que él llamaba “Los demonios de Sevilla”, y su testimonio ológrafo lo conservamos como oro en paño en nuestro archivo.
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Según Don Santiago, “los demonios de Sevilla” lo forman “la crueldad de parte de la nobleza y la alta burguesía sureñas con sus propios protagonistas triunfadores, lo que constituye una síntesis perfecta de una idiosincrasia ingrata, envidiosa, madrastra de sus hijos, resentida, derrotista, desunida, servil ante los poderosos, arrogante con los humildes, pseudo-religiosa, fanática, ñoña, fundamentalista, inoperante, casposa, correveidile, narcisista, zafia, inculta y cobarde por los siglos de los siglos”.

Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer fue, además de militar, pintor, viajero y uno de los mecenas españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX. Como Comisario Regio de Turismo y Cultura Artística y Popular realizó entre 1911-1928 la más positiva labor del siglo XX y fue benefactor apasionado de Sevilla, a la que distinguió en sus obras culturales.

Las huellas sevillanas y nacionales del marqués de la Vega-Inclán  están perfectamente documentadas en  más de un centenar de ensayos, crónicas y biografías. De ellas seleccionamos cuatro que valoramos de síntesis general. Las dos primeras están firmadas por la profesora y directora del Museo Sorolla, María Luisa Menéndez Robles (La huella del marqués de la Vega Inclán en Sevilla, Archivo Hispalense, 85, Diputación Provincial de Sevilla, 2008, y El marqués de la Vega Inclán y los orígenes del turismo en España, Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, 2007); Josemaría de Campos Setién, La aventura del marqués de la Vega-Inclán. Teniente coronel de Caballería, Comisario Regio de Turismo y Cultura Artística, Ámbito Ediciones, 2007). Y como colofón la biografía escrita por Vicente Traver y Tomás (El marqués de la Vega-Inclán, Dirección General de Bellas Artes, Fundaciones Vega-Inclán, 1965). Traver fue el arquitecto que como director de la Exposición Iberoamericana y de la Comisaria Regia del Turismo participó en la construcción de las Casas Baratas del Real Patronato y demás proyectos sevillanos del marqués de la Vega Inclán.
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La vida del marqués de la Vega-Inclán constituye una grandísima aventura en lo personal y reúne una riquísima suma de hechos culturales que marcaron la historia de España, desde el nacimiento del turismo organizado, la propaganda internacional, las guías de turismo, la creación de los paradores nacionales con el de Gredos como insignia, hasta la fundación de museos como la Casa del Greco en Toledo, la Casa de Cervantes en Valladolid, el Museo Romántico de Madrid, la Sinagoga toledana del Tránsito, pasando por los Reales Patronatos de Casas Baratas, con el de Sevilla como primer proyecto realizado en 1913; la recuperación de monumentos árabes en Sevilla y Granada, el Barrio de Santa Cruz y las Hospederías sevillanas para la Exposición Iberoamericana, la traída a Sevilla de una copia de la escultura del Cid Campeador, recuperaciones de obras de arte para los museos españoles y un etcétera inmenso que las obras firmadas por María Luisa Menéndez Robles, Josemaría de Campos Setién y Vicente Traver y Tomás recuperan pormenorizadamente y acreditan los valores humanos excepcionales del personaje que recordamos.
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Sevilla sigue en deuda con el marqués de la Vega-Inclán. En 1969, el alcalde Félix Moreno de la Cova le dedicó una placa en el Callejón del Agua. Eso es todo. La calle solicitada en 1921 por el Real Patronato de Casas Baratas le fue negada

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