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‘Todos lo saben’: De eso no se habla

Un secuestro, una venganza, una represalia, un tema tabú que todos saben o sospechan y que precipita la conclusión...

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Quien esto firma profesa respeto y admiración a partes iguales por el cine del guionista y realizador iraní Asghar Farhadi, cosecha del 72, que tiene nada menos que dos Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa en su haber. Por, respectivamente, ‘Nader y Simin, una separación’ (2012) y  ‘El viajante’  (2017), entre otros incontables reconocimientos en los Certámenes más prestigiosos. Precisamente, además, se negó a recoger la estatuilla por la última citada en protesta por el veto de Trump a sus compatriotas.

Por eso, acudió puntualmente al estreno de esta coproducción hispano-franco-italiana, de 130 minutos de metraje, cuyo guión también escribe. Que estuvo a punto de ser elegida para representar a España en los Oscar. Que tiene una magnífica fotografía del maestro José Luis Alcaine y una música no menos excelente debida al talento de Alberto Iglesias. Que tiene hermosos temas de Javier Limón y Nella Rojas, interpretadas por ella misma y también por Inma Cuesta, dos preciosas voces. Y un reparto coral de lujo en el que están Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Bárbara Lennie, Eduard Fernández, la citada Inma Cuesta, Elvira Mínguez, Ramón Barea…

Su opinión, subjetiva, personal e intransferible, es que es una película tan intensa como irregular, tan digna como errática a veces, tan emotiva y poderosa como desequilibrada. Sabe captar la atmósfera cerrada, opresiva y endogámica de una comunidad de personas unidas por lazos de sangre directos o indirectos, por relaciones afectivas y económicas ambivalentes y por secretos, y mentiras, inconfesables en los que el pasado planea sobre el presente. Unidas por una celebración jubilosa que deviene en drama. Una boda, una mujer, su hija y su hijo que vuelan de otro continente para acudir a las nupcias de su hermana y tía, cuando la joven sobrina de la novia -cuyo estado de salud es delicado, pese a su irresistible vitalidad- desaparece… Un secuestro, una venganza, una represalia, un tema tabú que todos saben o sospechan y que precipita la conclusión.

Tan vibrante en la fiesta como desgarrada en la tragedia. Tan sugerentemente filmada en la alegría, como compulsiva en el pathos. El problema reside en un desequilibrio de guión, en unos giros escasamente creíbles, en unos personajes secundarios de una pieza -tres de ellos, no los pesos pesados- que restan y no suman. Pero la grandeza que la habita, su carisma, atmósfera y potencia permanecen intactas. Solo que podía haber sido redonda y no lo es. Solo que podía haber sido más matizada y sutil en la resolución del enigma. Solo que podía haber sido más compleja y coherente en su conjunto. Solo…

Incluso así,  pese a estos errores, resulta magnética, intensa y absorbente en sus más de dos horas de duración. Hay cine del mejor en ella, que conmociona y conmueve. Hay un elenco entregado y enorme, del que saldrán varias nominaciones a los Goya, en el que destacar a Javier Bardem y sobre todo a una grandiosa, desgarradora Penélope Cruz, más grande que la vida, a quien todos los reconocimientos le son debidos.

Bajo ningún concepto deberían perdérsela.

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