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Sin Diazepam

La breve historia de un pequeño milagro en Barbate: ¿Y ese quién es?

A pesar del cambio de hora, ya es de noche. Es viernes y acudo a la cita semanal con mi ecléctico y heterogéneo grupo de amigos en el Calero

Publicado: 08/04/2022 ·
09:29
· Actualizado: 08/04/2022 · 09:29
  • Una cerveza bien fría sobre la mesita de El Calero.
Autor

Younes Nachett

Younes Nachett es pobre de nacimiento y casi seguro también pobre a la hora de morir. Sin nacionalidad fija y sin firma oficial

Sin Diazepam

Adicto hasta al azafrán, palabrería sin anestesia, supero el 'mono' sin un mísero diazepam, aunque sueño con ansiolíticos

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  • El niño, detrás de la barra, se acaricia el bigote y esboza una sonrisa
  • El cojo se burla de mi trabajo, Malia apunta que él no ha dicho nada y Agustín me revienta la espalda de un tortazo
  • Un cuñado abandona la tertulia y le instan a que coja la vuelta, mientras Cazorla se descojona cañita en mano

A pesar del cambio de hora, ya es de noche. Es viernes y acudo a la cita semanal con mi ecléctico y heterogéneo grupo de amigos en el Calero. Las conversaciones versan y giran alrededor de infinidad y variedad de temas, algunos banales, otros de inusitada profundidad y transcendencia. Pero sobre todo, bañamos las palabras en cerveza y alguna que otra tapa de mojama y huevas de maruca en un explosivo maridaje salado y amargo. Los jilgueros cantan, espoleados por la falta de sueño y agitados por nuestras carcajadas, desde jaulas rodeadas de cuadros que homenajean la tauromaquia de un pasado ya no tan reciente. El niño, detrás de la barra, se acaricia el bigote y esboza una sonrisa. El cojo se burla de mi trabajo, Malia apunta que él no ha dicho nada y Agustín me revienta la espalda de un tortazo. Un cuñado abandona la tertulia y le instan a que coja la vuelta, mientras Cazorla se descojona cañita en mano. Hasta aquí, todo normal. Es viernes y estamos en El Calero.

La pareja retoma su camino y Juani y Malia regresan con el grupo apostado en la puerta del Calero. Entonces una pregunta desata la tormenta y el milagro... “A ella la conozco, pero ¿él quién es?”, pregunta Agustín. Agárrense los macho...

Me entran ganas de fumar... “¿otro?”, me reprende Pareja, “Es el primero, joder”, le contesto mientras salimos a la puerta. Y allí, acomodados en plena calle Agustín Varo, retomamos las chanzas y las charlas. Juani y Rosa y Fátima se unen...

Y entonces ocurre el milagro. Un milagro muy de aquí, de esta zona, de esta esquina de la costa española. Una pareja que pasea junto a su bebé recién nacido se para a saludar a Juani y Malia. Éstos se separan de nuestro grupo, se acercan a la pareja y se muestran amables, simpáticos y asoman sus cabezas en el carrito. Qué guapo, qué tiempo tiene, qué alegría, es igual que el abuelo... tiene los ojos de su madre y la boca de su padre... En fin, puro protocolo social.

La pareja retoma su camino y Juani y Malia regresan con el grupo apostado en la puerta del Calero. Entonces una pregunta desata la tormenta y el milagro... “A ella la conozco, pero ¿él quién es?”, pregunta Agustín. Agárrense los machos...

-¿Él? Creo que es hijo de Manuela, que su padre tenía un barco...

-¿Tú no serás tonto, no? ¿Qué barco?

-El que se vendió a uno de Isla Cristina...

-Ese era el Melena y no tenía hija...

-¿Cómo que no?

-Te lo digo yo, que crecí con Manuela en la calle Vejer... Manuela es hija de uno que fue ditero y que luego puso un quiosco.

-¡Ah! Pero entonces esa Manuela no es la madre de ese chaval.

-Pues claro que no... ese chaval es hijo de uno que se llamaba Pedro que vino de Conil y que se quedó trabajando aquí en lo de la electricidad.

-A ver, a ver, que parece que ninguno habéis nacido aquí... el bisabuelo trabajó para Aniceto y su abuelo se casó con una hija que es prima hermana de Francisco, que creo que es ‘Reyito’.

-¿Pero no vivían en el bloque de pisos de la Avenida de Andalucía? ¿El de los patios?

-Sí, ¿en el primero o en el bajo?

-El bajo, creo.

-Pues tríncame el carajo. (Risas)

-(Risas)... Su pareja¿ no es la hija de Antonio ‘El pellizqui’?

-Sí...

-Pues entonces él es el primo de los que montaron un taller de coches en el río.

-¡Qué no, que esos son familia de la Manuela del barco! Y esa Manuela no es...

-Ya sé, el chaval hizo la mili en El Ferrol con ‘el orejas’ que vendía tagarninas en la esquina del mercado...

-Ojú, que pechá tontos. El chaval estuvo antes con una nieta de la Luisa, la que estaba casada con un redero.

-¡Qué va! El que tú dices se marchó a Castellón.

-Pero volvió y se juntó con esta y han tenido un niño y ‘tó’.

-¡Pero qué va! Te explico... ¿Sabes la pescadería que hay al entrar en el mercado?

-Sí.

-Pues esa no, la siguiente...

-Que no, que no... que estáis confundidos, él es sobrino del Andrés ese que le tocó la Lotería en Navidad hace dos años.

-¿Andrés? Ah, que su hermano siempre ha sido un malaje...

-Ese, ese, que le puso los cuernos a su mujer...

-¿Manuela?

-Manuela, eso, pero no la Manuela que tú decías que su padre tenía un barco...

-Vale, pero no, ese chaval ¿qué tiene? ¿Treinta años? Y los hijos de la Manuela de la que habláis son ya mayores...

-Pero si no tenía hijos.

-Esta sí, la otra Manuela no...

-Ah, vale, vale... ya sé quién es. ¿Eduardo, no?

-Ese...

-Sí, ese... Eduardo.

-Vale, vale... Eduardo.

Y mientras pasan a otra conversación, particularmente sigo sin tener ni puta idea de quién es Eduardo... Ni Manuela... Aún sigo procesando quién tuvo un barco. Ahí me quedé, recordando a los No me pises que llevo chanclas.

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