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Jueves 18/04/2024  

Sindéresis

Franco y Andalucía

Nos mandó a la Edad Media y nos postró a los latigazos de los señoritos a caballo

Publicado: 23/05/2022 ·
11:47
· Actualizado: 23/05/2022 · 11:47
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

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Franco tenía un plan para Andalucía, que fuera el granero de España, y en tiempos de posguerra eso quiere decir, prácticamente, tirar de mano de obra esclava. Al mismo tiempo, para devolver favores y contentar a la burguesía catalana, que tan importante fue en su golpe de estado, y a la burguesía vasca, que podía decantar una balanza terrible en su hegemonía, paralizó por decreto cualquier industrialización en Andalucía y la movilizó hacia estas dos tierras, consiguiendo que el dinero borrara nacionalismos.

Bajo su ala se destruyó el respeto que infundían los maestros y se cambió por el miedo que infundían curas y terratenientes; en una tierra de terratenientes eso suponía fabricar analfabetos aislados en sus aldeas por una red de caminos de cabras mientras se asfaltaban Madrid y sus alrededores. El contubernio de la Iglesia con las familias pudientes para robar bebés recién nacidos de madres pobres se cebó en Andalucía como en ningún sitio. Nos mandó a la Edad Media y nos postró a los latigazos de los señoritos a caballo, siendo el único modo de librarse de ellos hacerse guardia civil para coger la porra y que te enseñaran a odiar al vecino, maltratador salido del maltrato que borraba el recuerdo de los guardias civiles que murieron defendiendo la República. Nos quiso cambiar los Carnavales por una verbena para mayor regocijo de las niñas bien y quiso censurar del derecho milenario a la protesta a través de la música. Esta España única donde los territorios no tenían nada que decir era realmente una España de especialidades en la que los territorios ricos expoliaban a los pobres a través del tráfico de influencias, el elitismo y el mamoneo que seguimos sufriendo cada día por herencia. Cuando abrió el país al mundo, a Andalucía le tocó el papel de limpiabotas, una sala VIP para que los adláteres del régimen hicieran negocios con empresarios extranjeros mientras el medio destape y el servilismo de los camareros que trabajaban por la propina engrasaban cualquier trato. Era tal el caos, y la impunidad de los ricos, que se fabricaron monstruos como ese Jesús Gil que fabricaba casas de cartón que mataban a la gente. Igual que los supervivientes de los campos de concentración nazis podían reconocer, temblorosos, a sus torturadores, las viejas braceras supervivientes de los terratenientes andaluces podían señalar a sus hijos con manos temblorosas cuando los veían aparecer como candidatos del PP o del PSOE al ayuntamiento o a la Junta, y, más recientemente, pueden señalar a los de VOX.

Franco fue un gran daño para nuestra tierra, un gran moldeador de nuestro futuro, un fabricante de incapacidades, fue el culpable de todos los enfermos de la Fábrica de Uranio de Andújar, que se han ido muriendo año tras año como secundarios del capítulo quince de la serie Chernobyl. Que alguien diga que quiere para Andalucía la misma vida que tuvieron nuestros padres es una blasfemia; mis padres son testigos, así mis abuelos, cuyas vidas fueron marcadas por la carencia, el miedo a hablar y pensar, el estraperlo, la cárcel y los retretes compartidos en las corralas. En tiempos de Franco no había miedo a que te ocuparan la segunda vivienda; había miedo a que te sacaran de la tuya por la noche. Franco mató a Blas Infante por querer lo mismo que celebraba Caparrós cuando lo mataron, porque en aquella época te mataban por soñar, te mataban por amar, te mataban por querer más libros y menos España, porque España, en tiempos de nuestros padres, era un dron espía y un chuloputas, el paraíso de los ricos para hacerse un chalé y no pagarlo, el infierno para los pobres. Y lo quieren traer de vuelta.

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