La vida es demasiado corta para dedicarse a perder el tiempo, hay que tomarla como una misión, de servicio, de trabajo, de ocupación. Nada es imposible. El corazón humano todo lo puede. A pesar de los que piensan que el camino de la justicia es algo inalcanzable, o que el camino del amor es un amor imposible, es cuestión de trabajar por lo que se desea. ¿Qué es la vida sino un deseo? Es cierto que las desigualdades nos distancian. Pues hay que dejarse la vida por el cambio. Todo va a depender de nuestras actuaciones. Ahora bien, tengamos en cuenta que la mejor escuela del mañana son las vivencias del pasado. El porvenir se construye sobre el tiempo vivido. Las sociedades con pasado y las personas cautivadas por el futuro, llevan consigo la fuerza vital necesaria para no desfallecer en el camino. Ahora, que se inicia el 2011, puede que sea tiempo de construir castillos en el aire, pero no olvidemos que a fuerza de construir sueños, se llega a reconstruir la vida, a cimentar los cimientos que nos permita compartir la tierra; no en vano, la utopia es el primer paso de todo progreso, el esbozo de un porvenir mejor.
El futuro es de aquellos que creen en la belleza de sus anhelos. Un ejemplo: Las Naciones Unidas, a través de su Departamento de Información Pública, a diario preparan y lanzan campañas de comunicación sobre temas fundamentales relacionados con la misión de la Organización. Estas acciones son las que merecen el mayor de los aplausos. Es como un despertar a ser más humanos. La posibilidad de llevar a buen término una ilusión es lo que hace que la vida sea más seductora. Al fin y al cabo, celebrar la vida y el sueño de vivir, es lo verdaderamente interesante.
El trabajo de Naciones Unidas es un claro testimonio de lucha por la existencia del planeta y la de sus moradores. En 1999, en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), el Secretario General propuso un "Pacto Mundial" entre las Naciones Unidas y el mundo de los negocios. Hoy, este sueño, sigue siendo el mayor futuro de sostenibilidad empresarial. En febrero de 2008, el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon emprendió su campaña "Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres", una iniciativa multianual encaminada a prevenir y eliminar la violencia contra mujeres y niñas en todas las partes del mundo. Hoy, este sueño, sigue siendo también el mayor futuro de sostenibilidad pacifista de género. La Cumbre Mundial de la ONU, celebrada del 20 al 22 de septiembre de 2010, sobre los objetivos de desarrollo del Milenio concluyó con la adopción de un plan de acción mundial para alcanzar los ocho objetivos de lucha contra la pobreza para su fecha límite de 2015 y el anuncio de los principales nuevos compromisos para la salud de las mujeres y los niños y otras iniciativas contra la pobreza, el hambre y la enfermedad… Hoy, también, este sueño sigue siendo el mayor futuro de sostenibilidad de vida para todos. Gracias a esta perspectiva humanizadora, de estas campañas y de tantas otras, nos consta que la ONU tiene una audiencia cada vez mayor que comprende y apoya su labor. Este trabajo paciente, como el que realiza Naciones Unidas, es lo que realmente cambia el mundo.
Está visto que por la violencia nada se consigue. Para interesarse los unos por los otros, la sociedad tiene que dejar de adorar el oro del poder y practicar la autocrítica. Las reformas del planeta, que siempre son precisas y necesarias, no pueden imponerse por la intimidación. Hermann Hesse tiene una receta a propósito que no me resisto a darle fuelle recordatorio: "lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia". El primer rescate de futuro es el del sosiego. Para tener inquietudes antes hay que tener quietud. "Ante las injusticias y adversidades de la vida… ¡calma", pidió Gandhi. Con tranquilidad se consolidan los más níveos futuros. Sólo puede destrozarlo el ser humano que, ciertamente, a veces es una amenaza contra sí y contra el mundo, al rechazar de su camino toda fuerza moral.
Hagamos, pues, que sea posible un 2011 injertado de futuro humano, que es lo mismo que de sentido cívico, valor hoy totalmente excluido de las hojas de vida del hombre. La factura de esta desgracia la pagamos todos. En cualquier caso, sabemos que no puede brotar la solidaridad entre generaciones si antes no hay un discernimiento social de las cosas, y que tampoco puede haber futuro sino presto interés por cultivarlo. Si queremos que, en verdad, el futuro deje de ser una tortura para muchas vidas, propiciemos el temple del alma sobre todo lo demás. Consideremos de una vez por todas, que un mundo de apariencias nos destroza cualquier tiempo venidero. Las cosas del corazón son las únicas que tienen futuro, siempre lo han tenido y siempre lo tendrán.