Pueden existir alguno más con mucho arte, uno de ellos es Rappel que se lo tiene montado de coco y huevo; o sea, explotando el cuento a las mil maravillas. Ha llegado el momento que ya sólo de forma personal no puede atender a la clientela, se ha montado un consultorio vía teléfono atendido por empleados suyos que solucionan los problemas que usted tenga. Un prodigio, el señor Rappel les confiere un gran dominio y poder, solvencia y otras cualidades necesarias como la vergüenza mínima que se ha de tener.
A estos consultorios no crean ustedes que acuden personas de baja solvencia social, eso era antes cuando no sé en qué lugar tu vecina, previa petición de consulta, iba a que le echaran las cartas. Hoy tienen estas adivinas más maniobrabilidad porque lo hacen a través de plataformas televisivas, creo que locales, pero claro están expuestas al cachondeo puro y duro, como le ocurriera a la célebre Doña Lola, aquella que popularizara Sardá en Crónicas. Sus velas negras se hicieron célebres y fueron el hazme reír de chicos y mayores. Vamos, en una palabra, fue un desprestigio para una profesión que desde tiempos inmemoriales cautivó a la alta sociedad, incluida la española.
No me extraña que más de un político, pero de aquellos con solvencia decisoria en la política de hoy día, haya consultado a algún adivino de prestigio sobra la actual crisis económica por la cual atraviesa España y gran parte del mundo. Le habrá solventado la papeleta dándole una de cal y otra de arena, incluidos comentarios técnicos y económicos –sacados de las principales revistas y periódicos del país– y adobado con propuestas y soluciones capaces de engordar el corazón e insuflar esperanzas de salvación al más pintado, incluido al siempre triste y cabizbajo ministro Solbes. Hay que ver Solbes, joder, aunque esté comentando la salvación del escollo económico para dentro de tres meses, que es una situación impensable, la forma de decirla o transmitirla, de forma tan apenada como lo hace, no se lo cree ni él mismo; se nota que lo hace por mandato. Sería conveniente que fuera portavoz incluso la bruja Lola, daría más credibilidad; ahora bien, si lo hace Rappel sería acojonante. A ese peazo de levitón lo cree media España. Costaría su dinero con cargo a los presupuestos del Estado, pero qué más da, todo fuera por la salvación de unos pocos y el engorde de los más. Antes había quien vivía de las bajas sanitarias y los trabajos encubiertos, hoy de las bajas por crisis, que ya los hay como los rábanos, a manojitos y lo que es peor esperando la bonanza del dinero de procedencia europea. Hay gente pa tó.