El estudio, publicado en la revista Proceedings of The National Sciences, echa luz sobre los orígenes y la evolución de una de las especies más amenazadas hoy por el cambio climático.
Hasta ahora se han hallado muy pocos fósiles de oso polar, por lo que son muy variadas las estimaciones sobre cuándo y cómo evolucionó esta especie, afirma el experto del museo de historia natural de la universidad de Oslo Oystein Wiig.
“Como los osos polares viven sobre el hielo, sus restos mortales se precipitan al fondo del mar o son devorados por carroñeros. No se depositan en sedimentos como otros mamíferos”, explicó Wiig.
Los investigadores de las universidades estadounidenses de Buffalo y Penn State y de la universidad de Oslo compararon el ADN mitocondrial del fósil de un diente canino y una mandíbula de oso polar descubierto en 2004 en el archipiélago noruego de Svalbard, con el de los osos pardos de las islas Admiralty, Baranof y Chichagof en Alaska.
“Nuestros resultados confirman que el oso polar es una especie joven evolutiva que se separó de los osos pardos hace unos 150.000 años y que evolucionó con extremada rapidez durante el Pleistoceno tardío”, afirma la principal autora del estudio, Charlotte Lindqvist.
Los científicos llegaron a esa conclusión porque el fósil, que tiene entre 110.000 y 130.000 años de antigüedad, es cercano a la época en la que se produjo la escisión entre ambas especies y su edad coincide con el inicio del último periodo interglaciar.