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Desde la red

Proceso de putrefacción

No tenemos ningún valor real, ni en jugadores de plantilla, ni en infraestructuras, ni el Nuevo Colombino es una baza del Decano, ni la Ciudad Deportiva suma

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Cuando leas esto no sabré en que categoría milita el Recreativo, si se mantiene en 2ªB o ha bajado a Tercera. El pago de la deuda de AFE se debe ejecutar antes de las 12.00 horas del viernes y vamos a estar en vilo hasta el último instante. Pero sea cual sea el destino, el Decano continuará en un estado de putrefacción acelerado en los últimos días. La subasta de acciones fue una ilusión que quedó desierta. Era normal confiarnos porque todo apuntaba bien: un candidato, relacionado con nombres de jugadores, dejando su oferta en manos de un concejal (no la entregaron ellos mismos) y con tranquilidad y comunicados asegurando que todo saldría hacia delante. Una burda mentira, otra más, que nos ha hecho perder el tiempo. Como típicamente hacía Pablo Comas. Desde ahí ha ido todo pudriéndose, descomponiéndose.

Es imposible tener Fe en el Ayuntamiento. Es lo primero que ha caído, ya no nos fiamos de nadie. Es tarde, ha pasado un año sin soluciones latentes y la falta de rigor sobre lo que ocurría, los rumores no desmentidos, las formas de actuar y su forma de pedirle a los empleados (y ex) comprensión por no cobrar tras veinte meses de deudas son insostenibles. Ha sido lo primero en evaporarse, la confianza en quien debe sacar esto adelante. Ahora mismo estará jugando sus bazas, pero ya no dudo que es una chapuza parcheada y difícil de entender.

El Recreativo, como entidad, fue dejando caer su piel en estos dos años duros. No tenemos ningún valor real, ni en jugadores de plantilla, ni en infraestructuras, ni el Nuevo Colombino es una baza del Decano, ni la Ciudad Deportiva suma en positivo. El Recreativo no tiene órganos, huesos, ni sangre. Es sólo alma y energía. Pero su energía, su afición, la que ha soportado todo lo posible y sigue preocupándose día a día, está más confusa, irascible y derrotada que nunca.

La descomposición va a seguir hasta que legalmente no se pueda más. Ni viajar. Ni tener gente suficiente. Y ahí acabaremos en nada. La única forma de detenerlo es pagar todo lo inmediato, esos diez millones que se pedían en el pliego, y eso debe gestionarlo el Ayuntamiento, su propietario desde la expropiación, buscando el mecanismo que considere oportuno. Pero aunque lo hagan, que ya me cuesta mucho pensar que sea así, seguiré pensando en que ha sido una gestión nefasta. Sin pagarlo, sólo es sufrir un poco más para acceder al mismo destino.

Hace un año creía que estábamos muertos y resucitamos. Ahora es peor, no queda nada de existencia, hay que purgar todos los pecados y “recrearse” en la misma base. Un milagro se queda corto. Quizás demasiado, hasta para Dios.

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