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Escrito en el metro

El final de la sindéresis

La capacidad natural para actuar correctamente, es la razón natural, es simplemente el sentido común

Publicado: 26/12/2018 ·
14:58
· Actualizado: 26/12/2018 · 15:06
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Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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El correo electrónico se satura de normativa. Leyes, decretos, órdenes, reglamentos y otras normas menores. En una semana han llegado hasta un total de doce, todas nuevas. Dan ganas de volverse insumiso normativo si no fuese porque el desconocimiento de la norma no exime de responsabilidad. España tiene el honroso galardón de ser uno de los países con más leyes y normas. En estos últimos cuarenta años hemos batido el honorable récord de someternos a más de cien mil nuevas normas, a razón de siete por día. Y a pesar de ello seguimos solicitando más nuevas leyes. Qué lejos quedan  aquellas doce tablas con las que el Imperio romano reguló con mayor o menor acierto la convivencia de sus gentes.

Las declaraciones de una importante autoridad reclamando felicitaciones por acabar de aprobar una nueva ley es el mejor ejemplo de cuál es la génesis de tal inflación normativa. Desde nuestra transición a la democracia, políticos, gestores o altos funcionarios pretenden perpetuarse elaborando alguna norma, sea de lo que sea, tan intrascendente a veces como regular el vuelo de las mariposas. Me los imagino contándoles a sus nietos, mientras estos se aburren sobre sus rodillas, que en una ocasión fueron los responsables de tal o cual Orden o Decreto. Leyes y normas que olvidan el superior propósito de su uso y conocimiento por la ciudadanía, prolija en un abrumante articulado con el que evitar cualquier gatera por la que se lescuelen interesados pillines. Es una reacción inscrita en nuestro genoma. Tenemos anotado en nuestros genes patrios que la picaresca nos acecha en cada esquina y queremos evitarlo a golpe de normas.

Aprendí lo que era la sindéresis en la juventud de la mano de ese breviario de Baltasar Gracián, el Arte de la Prudencia.La sindéresis es la capacidad natural para actuar correctamente, es la razón natural, es simplemente el sentido común. Las enseñanzas de Gracián me las demolió Borges con su magistral poema dedicado al jesuita y que empieza hablando de laberintos, retruécanos, emblemas, helada y laboriosa nadería. Y en eso acabarán nuestras pingües normas mientrasse socava el imperio del sentido común. Es el final de la sindéresis.

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