El pasado domingo no fue el día de las elecciones sino el de la gran final de la Champions. Con portada en todos los periódicos de tirada nacional e internacional los informativos televisivos y radiofónicos abrieron el sumario con este acontecimiento que con tintes de notición y resultado conocido eclipsó la actualidad dominical. No hizo falta conocer la realidad diaria que nos ubicaba en el día de asueto por excelencia circunstancialmente abanicado por las papeletas. Para qué, toda España, toda Europa estuvo pendiente de los prolegómenos, de la previa, del encuentro, de la repetición de las jugadas, del debate con cámara súper lenta y de la conclusión. Cerca de la media noche y entre pelotazos las elecciones europeas ocuparon los medios más por obligación que por interés, más como curiosidad que como noticia. Con algo de exageración, curiosamente sigue sorprendiendo el tirón de este deporte al que se le queda muy corto ya el apelativo de “rey”. Y más en una jornada como la del 25 de mayo, aunque si somos críticos y analizamos la causa no llama tanto la atención. Es más, podría afirmarse que es lógica y aplastante. Hacemos referencia, naturalmente, a la saturación por reiteración.
Las noticias resultan horribles y cansinas por exceso en la forma y defecto en el contenido. Los sumarios se reducen a dos apartados: política y sucesos. Los deportes tienen su parcela y al tiempo se le ha concedido la independencia. Como antes anotábamos, la política y los sucesos -o los sucesos de la política o la política en los sucesos- copan los informativos que a veces se salpican con hechos extraordinarios para distraer o aliviar la tensión producida por lo que se ha terminado en llamar “más de lo mismo”. Política y sucesos que por nefasta gestión de los elegidos y la falta de medios por los recortes van apuñalando día a día los sentidos sin que la sangre salga por las heridas, pero no por carecer de ella sino porque se está volviendo más densa cada vez a pesar de la repulsa y la condena. Porque aunque la situación nos encolerice, aunque voceemos comedidamente, aunque nuestras intenciones se inclinen hacia la solidaridad y la participación la realidad nos desborda y nos desbanca.
La función de esas noticias extraordinarias, que no ocupan más de treinta segundos ante un micrófono, es como activar un interruptor o respirar profundamente para calmar o combatir la ansiedad con un poco de perplejidad. La salida de espeleo a la sima Tonio-Cayuela en Cantabria o el paso del huracán Amanda por las costas mejicanas ocuparon su sitio en la prensa escrita en papel o en formato digital del pasado domingo, pero hubo una que gozó de su tiempo de gloria por desatar la alarma y la polémica –de nuevo- sobre la tenencia de animales exóticos altamente peligrosos. Noticia que el pasado miércoles fue elegida por una emisora de radio especialista en música machacona y “choni” para dramatizar y ridiculizar con sarcasmo ofensivo una situación que pudo tener fatales consecuencias. Noticia que, seguro, formó parte del sumario de los periódicos gratuitos que suelen repartir por la calle, como aquella del desesperado padre gaditano que quiso atracar un banco con la bomba que llevaba en la riñonera y al abrirla vieron que el artefacto estaba formado por un bocadillo y un yogur. A buen seguro que si al ofidio le da por morder una nalga en la “tacita” en lugar de Narón, ninguno de los acontecimientos del 25 de mayo habría ensordecido el bombazo. Fijo.