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Patio de monipodio

Los árboles dan sombra, no faroles

Un paseo por Sevilla descubre los mucho más de dos mil quinientos huecos dejados por los árboles talados y arrancados, porque la tala masiva no ha sido la única

Publicado: 18/11/2018 ·
22:44
· Actualizado: 18/11/2018 · 22:44
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Ya se ve: árboles y farolas son elementos contrapuestos y, sin embargo, ambos trabajan de noche. Ellas iluminan, ellos recogen CO2 y lo transforman en oxígeno. Ambos son necesarios, pero sin ellos no podríamos vivir. El papel sale de los árboles, pero no todos sirven para papel, ni los de la ciudad deben reducirse a enorme cartel electoral, ni antes, ni durante la campaña, que empezará justo quince días antes de las elecciones municipales. No se olvide, que es denunciable, aunque no se pueda ante la Junta Electoral. Una lástima, también, cambiar árboles por faroles.

Otra, que los políticos utilicen el servicio a la ciudadanía obligación del cargo, como simple arma electoral. También es denunciable, por eso aquí se denuncia. Puede no ser ilegal, pero honrado nada, prometer sin intención de cumplir, incluso peor, dejar la realización de obras necesarias para el mes anterior a los comicios. Es donde, cuando menos, parece conducir la acción del Consistorio sevillano que, con casi cuatro años de gobierno, si no hubiera sido por dos acciones de iniciativa ajena (Año Murillo y Centenario de la circunnavegación), estaría a punto de irse con las manos vacías. Como si Sevilla no tuviera más problemas que escuchar atentos sus promesas sin ver sus hechos. Desde que se empezaron a talar los más de dos mil quinientos árboles, excusados en el peligro “latente” (peligroso sí que es contratar empresas por su necesidad continua de beneficio), se ha prometido la plantación de cinco mil, al menos tres veces. Plantar árboles es necesario. Por favor, dejen los faroles al Departamento correspondiente.

Un paseo por Sevilla descubre los mucho más de dos mil quinientos huecos dejados por los árboles talados y arrancados, porque la tala masiva no ha sido la única, sólo la última. Pero ni los huecos, ni las promesas, ni siquiera los proyectos con intención de luminaria, dan sombra, ni rebajan la temperatura en verano, no purifican el aire. Tienen, eso sí, mucha mala sombra, aunque dejen ver mejor por la noche las luces de las farolas y las otras, las que no deben verse, porque la única iluminación necesaria es la de las reales, las virtuales no nos hacen falta. Es más: son despreciables.

Pues, ya que estamos, el Ayuntamiento y sus empresas deberían pensar más en el Medio Ambiente y menos en el beneficio económico del gasto innecesario. Por ejemplo, porque los escombros y la tierra sacados de las calles para instalación o mejora de conducciones o saneamiento, son perfectamente útiles para volver a rellenar la zanja abierta. El albero sólo encarece el costo de la obra, lo cual puede venir bien a la constructora para mejorar su beneficio, pero el beneficio mejorable es el común. El albero se acaba, con los Alcores desaparecidos por excesivo consumo, después de eso también necesitados de árboles. Dónde no es necesario, no es decente gastarlo. Hasta aquí llegan los faroles que deben dejar para jugadores, en vez de jugar con ellos a construir un gigantesco cartel electoral, simulando siembra de árboles; ni siquiera alimentar el farol y alargar la campaña electoral sembrando unos cuantos durante los quince días anteriores a su comienzo.

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