El Mercado de Abastos abrió hoy lunes, desde las 8.30 a las 14.00 horas, sus puertas por última vez en el 2018. Un 31 de diciembre y antesala de una fiesta tan señalada como es la Nochevieja, alegre para unos por las cenas familiares y tristes para otros por la ausencia de seres queridos. La jornada significó un goteo constante al interior de estas instalaciones tanto por la entrada ubicada en la Calle Trascuesa como por la que se encuentra en la Cuesta Belén.
Muchas personas buscaban productos para completar la cena en un día tan especial. Había muchos menos puestos de pescado abiertos que en la previa a la Nochebuena. Pero todo tiene su lógica. El 28 de diciembre fue el último día de pesca y lógicamente muchos pescados y mariscos se agotaron. Pero para cerrar el año 2018, aunque en mucha menos cantidad, había langostinos, galeras, chocos, calamares y mejillones, por poner varios ejemplos, a la venta.
Son productos que tienen un gran atractivo en la mesa para recibir el 2019. Todas las carnicerías y fruterías permanecían abiertas. En los puestos de fruta la uva era expuesta a los clientes con vistas a las 12 campanadas. El viernes 28 y el 29 de diciembre hubo mucho más clientela que el lunes 31. Tras varias Navidades seguidas en La Calzada, el Mercado de Abastos regresó al lugar donde siempre ha permanecido. A estas dependencias se le relaciona mucho con los mariscos y con el pescado pero también son muchos los que van buscando la carne, las verduras, las frutas, los frutos secos e incluso las especias.
Pero el producto estrella y posiblemente el más deseado por todas las personas que visitan este edificio es el langostino. Lo mismo ocurre con las gambas, las galeras de coral y los mejillones. Los clientes hace frente a más gastos en esta época del año y los comerciantes ven como las ventas aumentan gracias también a que muchas personas de otras ciudades deciden visitar Sanlúcar.
Las nuevas instalaciones, tras su remodelación, abrieron sus puertas el pasado 12 de junio. Se puso entonces el colofón a las obras de rehabilitación en el edificio y sus aledaños, financiadas por el Programa para el Fomento del Empleo Agrario (Profea) y el propio Ayuntamiento. La actuación, que comenzó en el año 2014, supuso una inversión próxima a los 6,5 millones de euros.