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Hablillas

El globo

Este 24 de septiembre será recordado por haber sido cálido, luminoso y una vez más inolvidable, aunque los comentarios de los foros pongan especial empeño en lo contrario.

Era rojo y blanco y aunque no llegó a elevarse, pudo verse desde distintos puntos de la ciudad. Fue la atracción estrella, el broche de oro para el día de asueto lleno de historia que año tras año va conformándose como una tradición. Ha costado y aún queda para que se consolide, sin embargo el trabajo va por buen camino, siendo el colegio el primer testigo, la primera prueba de lo anotado. Los escolares elegidos para la ocasión recibieron con alegría tal designación para participar en la particular sesión parlamentaria que tuvo lugar en el Real Teatro de las Cortes. El 24 de septiembre empezó siendo una charla histórica que salió de las aulas para visitar los lugares referidos y culminar en una jornada activamente participativa que los niños nunca olvidarán.

El pasado jueves no hubo rodaje de mochilas ni maternal motivación matinal a paso ligero, sino murmullo coral dirigiéndose hacia la Plaza de la Iglesia desde poco después de las diez de la mañana. Grupos de familiares y amigos iban paseando, buscando la gymkana unos, el inicio de la ruta teatralizada otros y un lugar donde ubicarse para ver el desfile, para, posteriormente, acudir al acto conmemorativo en el Real Teatro de las Cortes. 

Poco después del mediodía las palabras del Excmo. Sr. D. Josep Borrell captaron la atención del público. Con un lenguaje sencillo, cadencioso, claro y contundente estremeció almas, aplacó emociones y no obvió, aunque con mucha cautela, lo que su región está viviendo. En ese momento allí las banderas andaban en pugna, pero él aún lo ignoraba. Luego intervino el Sr. Consejero de Economía y Conocimiento y por último, tomó la palabra la Sra. Alcaldesa para transmitirnos un sentido discurso, donde el eje fue la personificación de nuestra ciudad, un momento único en el que tomó forma humana para hablar desde el escenario, donde un día se trabajó por su libertad.

Y del mediodía a la tarde, al Saporito, donde la vela del globo aerostático se hinchó sin llegar a surcar el cielo. Una imagen difícil de olvidar, sobre todo al anochecer, cuando los quemadores lanzaban las llamas a su interior iluminándola, relampagueando en rojo, inyectándole el calor necesario para mantenerse erguido, en clara pugna con la luna creciente y blanca que miraba desde el azul oscurecido.

Este 24 de septiembre será recordado por haber sido cálido, luminoso y una vez más inolvidable, aunque los comentarios de los foros pongan especial empeño en lo contrario. Ha habido fallos, claro, pero la gente no estaba en eso, abarrotaba la calle Real, en los bares no cabía un alfiler y los actos se desarrollaron con normalidad y lleno absoluto, ajenos a los sucesos de las banderas, a las caras serias que recorrían por primera vez el Puente de Cádiz.

La jornada del pasado jueves consiguió abrir un paréntesis para cerrarlo hoy domingo. Los foristas, una vez más, escribirán su propio enfado, para no perder la costumbre. Lástima que el globo no pueda llevárselo como lastre en la canastilla para soltarlo lejos, muy lejos y así flotar mejor dentro del viento.

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