Vaya par. Uno quiere colapsar el término municipal con hoteles. El otro con muchas, muchas viviendas. Cuantas más, mejor (para las constructoras) “El monopolio de la fuerza corresponde al Estado”, dice su jefe. Y Beltrán, para no ser menos, quiere mucha policía y cámaras en las calles. Y oídos en las ventanas, como en los “buenos” tiempos, ¿no? El convento de dominicos ya no está. Y el castillo de San Jorge no está en condiciones. ¿Para qué querrá revivir ”1984”, peor aún, Farenheit 451? Estos muchachos están que se pasan. Como se les deje, no nos llevan a 1940, eso les parecerá progresista. Un triunfo del comunismo, incluso. Más, más atrás. Mucho más. Por eso no concuerda con su otra sentencia: Si nos llevan a las cavernas ¿para qué quieren “cuantas más viviendas mejor”?
Pues, que se sepa, Beltrán Pérez no es agente inmobiliario, ni regenta ninguna constructora. Que se sepa vive de su sueldo de concejal. Con sus estudios y tantos años en política, aún no se ha dado cuenta de lo grave que sería urbanizar el campo. Que luego nadie nos va a cambiar lentejas por escombros. Pues las viviendas vacías se deterioran. Es más, aunque a la vista de los acontecimientos parezca antiguo, o mentira, las viviendas son necesarias para habitarlas. Ya, ya, hoy día se hacen para sacar pasta, para especular, para luego venderlas a fondos buitre, y así puedan volver a subir de precio. Porque la vivienda no está al alcance de quienes las necesitan. Quienes las pueden pagar ya tienen una. Probablemente más de una y más de dos. Porque el afán de acumular pasta no se para en la venta, el especulativo de su escasa clientela, lo ha llevado al alquiler. Y entre el afán y las grandes cadenas de especulación con apartamentos turísticos, el alquiler es imposible. Y, como casi nadie puede alquilar, los propietarios tan “inteligentes” ellos, esperan a que suba para ganar más pasta. Hay que ver lo que puede la ambición.
Quedan miles de viviendas vacías del “crack” (porque no fue crisis, las crisis vienen y esto fue provocado) de 2008. De ellas, varios miles sin terminar. Ahí siguen, muestrario impertérrito de las distintas fases de construcción. Y a pesar del muestrario vuelven a hacerse (construir y edificar son palabras respetables), a precios aún más fuera de tono que los de antes de 2008. Como el Gobierno “no puede” poner freno a esta locura, porque el negocio entra en la libertad de mercado, la barbaridad continúa, para seguir acumulando bloques y urbanizaciones fantasma. Hay que ver. Si el gobierno leyera la Constitución, sabría que la vivienda es un Derecho. Y un derecho superior al de hacer negocio. Si lo supiera, algo haría. Bueno, algo debería hacer. Pero para eso tienen que leerla. ¡Por favor! Leer. ¡Que cosa tan desagradable, tan molesta!
Entonces, vamos a ver: los partidos de derechas y los que se dicen de izquierda ¿no eran constitucionalistas? Pues no vale ser sólo “constitucionalistas del 155”, que delante hay otros ciento cincuenta y cuatro. No tengan miedo, que la lectura no mata. Las armas, las porras, las cargas, las guerras y las revoluciones provocadas por el egoísmo y la ceguera de los gobiernos protectores de la especulación, podría ser.
