Se acerca una época del año en el que todos nos reunimos, y además varias veces, parece que se resucitan grupos olvidados de whatsapp o antiguas pandillas solo con la excusa de hacer una comida de navidad que en muchas ocasiones le viene larga a la mayoría sobre todo cuando no es ni la primera, ni la segunda, ni la tercera.
Y es que estas semanas previas al periodo navideño se convierten en una autentica gincana donde hay que sortear acidez, dolores estomacales y resacas varias, para intentar seguir con las obligaciones que tenemos en nuestra vida rutinaria.
Todo esto finaliza en unas cuantas comidas familiares que añaden más leña en los cuerpos maltrechos que quedan después de esas mágicas semanas.
La verdad que todo esto es una pequeña exageración, aunque no deja de tener ciertas dosis de realidad, al menos para mí es una de las mejores épocas del año porque todo el mundo esta por reunirse y es una autentica alegría volverte a encontrar con compañeros, amigos o familiares con los que llevas tiempos sin pararte a preguntaros un simple, ¿cómo estás?
Es que muchas veces la rutina nos arrasa, sobre todo en estos años en el que el intenso trabajo y las obligaciones familiares ocupan casi todo el horario que tenemos a nuestra disposición y esas ventanas en los que estás tranquilo, muy pocas veces son aprovechables o coinciden con las de tus conocidos.
Por lo que la comida en este caso sirve de excusa para unir y reunir, para que esas familias que por diversos motivos no puedan verse a diario se disfruten y tengan esos momentos mágicos que ocurren en torno a una mesa en estas fechas. Forjar recuerdos que siempre nos acompañarán y establecer nuevas tradiciones que en unos años serán inquebrantables.
Así que dejemos de quejarnos y hay que disfrutar de cada una de las comidas, cenas, desayunos o meriendas que tenemos esta navidad, porque si te sirve para unirte a alguien merecerá la pena, ya habrá tiempo para ir al gimnasio o cuidarse después de las fiestas.