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Patio de monipodio

La Junta contra Sevilla

No se “de” Andalucía. No puede ser “de” Andalucía, porque Andalucía, la oficialmente reconocida, suma 87.500 Km2, en los que se incluyen los 14.045 de Sevilla

Publicado: 13/04/2020 ·
22:28
· Actualizado: 13/04/2020 · 22:28
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

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Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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No se “de” Andalucía. No puede ser “de” Andalucía, porque Andalucía, la oficialmente reconocida, suma 87.500 Km2, en los que se incluyen los 14.045 de la provincia administrativa de Sevilla y, dentro de ella, la ciudad de la que recibe el nombre. Sevilla, por tanto, está en, forma parte de Andalucía. Aunque el ejecutivo andaluz, que nombre tan sugerente en tanto ejecuta, parece estar dispuesto a “ejecutar” a una ciudad, mejor dicho, a una conurbación de un millón y medio de almas. Demasiadas almas, por las que a ellos les faltan).Estos están superando a “los otros”. Un verdadero esfuerzo de difícil consecución, que están coronando con éxito para sus propósitos. Claro, tienen el poder. Tienen la materia. Tienen los medios. Si “aquellos” falseaban sus presupuestos anuales incluyendo los gastos de mantenimiento de las consejerías como si fueran inversiones en Sevilla no sólo para ahorrar un apartado, sino expresamente para hacer creer que lo invertido en esta ciudad era muy superior a la realidad, estos, el triángulo de la incompetencia, ya han manifestado en privado y en público su aversión a esta ciudad y su intención de mantenerla abandonada. Que un millón de almas no tiene importancia para quien carece de alma.


Y mientras, el Ayuntamiento, nunca con la claridad de saber si va o viene, se prepara para gastar varios cientos de millones de euros en prolongar un tranvía, no tanto para justificar la megalomanía de Monteseirín como para evitar a la Junta y al Gobierno el gasto de continuar la construcción del metro. Que Sevilla lo que necesita, según decisiones capitulares y de ciertos técnicos muy fieles a las primeras, es entorpecer el tráfico, no aligerarlo ni facilitar la comunicación. Lumbreras que son, para mantener el mundo a oscuras.


La pandemia con espíritu de tercera guerra mundial ha pasado cosas a primer plano, tiempo habrá de analizarlas, empezando por la necesidad de adaptar el comportamiento humano. Las ciudades están más limpias, y con ellas el aire. La contaminación ha bajado un 80% y en algunas el 100%, hasta la capa de ozono se ha regenerado en un 70%. El mensaje no puede ser más claro. En cambio una plena asunción de poderes es incapaz de impedir a cerdos y cerdas (disculpen los pobres animalitos), tirar al suelo mascarillas y guantes. Una vergüenza, aunque no tanta como la de, después de casi año y medio disfrutando el morbo del poder, no haberles preocupado ni un poquito el antiguo Hospital Militar. Ya no se trata sólo de que en los más de 14.000 km2 y dos millones de habitantes sólo haya un hospital comarcal público. No sólo eso: el Vigil de Quiñones, nuevo, con una dotación moderna, que tan bien habría venido en la situación actual, sigue cerrado sin que las autoridades andaluzas responsables muestren el menor interés  por aprovecharlo y prestar un servicio a la sociedad andaluza. Sin agravios comparativos ni otras historias: Sevilla es la provincia administrativa con menos hospitales públicos de Andalucía, una situación no resuelta por los de “alta resolución”, porque justo resolución es lo que le falta a “nuestras” autoridades. Que autoridades sí que son, pero están demostrando no ser “nuestras”. 

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